Fernando Mollinedo

mocajofer@gmail.com

Guatemalteco, Maestro de educación primaria, Profesor de segunda enseñanza, Periodista miembro de la Asociación de Periodistas de Guatemala, realizó estudios de leyes en la Universidad de San Carlos de Guatemala y de Historia en la Universidad Francisco Marroquín; columnista de Diario La Hora durante 26 años, aborda en sus temas aspectos históricos, educativos y de seguridad ciudadana. Su trabajo se distingue por manejar la palabra sencilla y coloquial, dando al lector la oportunidad de comprender de modo sencillo el universo que nos rodea. Analiza los difíciles problemas del país, con un criterio otorgado por su larga trayectoria.

post author

Aprovechando la oportunidad que mañana martes será conmemorado el DÍA DEL MAESTRO, presento a ustedes una sucinta relación de quien en vida fuera Egbertha Castillo Durán.  Hija de un juez de paz y de una ama de casa; el trabajo de su padre nombrado en diferentes juzgados del país la llevó a conocer pueblos y ciudades hasta su adolescencia en Guatemala donde cursó estudios de magisterio en el Instituto para Señoritas Belén graduándose como maestra de educación primaria urbana en 1942.

Su primer trabajo como docente lo ejerció durante tres años en la ciudad de Retalhuleu, tal y como rezaba la costumbre de enviar a las recién graduadas a laborar en el campo y ganarse posteriormente su traslado a la ciudad capital; en la Escuela República de El Salvador sirvió como tal durante varios años hasta que fue trasladada a la Escuela España y posteriormente a la Escuela de niñas José Venancio López.

Fue prácticamente exiliada interna por el gobierno liberacionista pues las autoridades adujeron que era un mal ejemplo para la sociedad el haber instituido la tienda escolar dentro del edificio educativo, por lo que fue trasladada a la ciudad de San Marcos, a su regreso gestionó una beca ante el gobierno para su especialización en Educación Fundamental, es decir educación primaria en Pátzcuaro, en el Estado de Michoacán, México.

A su retorno, durante el gobierno de Enrique Peralta Azurdia fue nombrada Directora de la Escuela Julia Idígoras en la colonia La Florida, zona diecinueve de la capital en ese entonces; ascendió como Supervisora de Educación y gestionó la creación de la Escuela Primaria de la Colonia La Atlántida en la zona dieciocho de la ciudad capital; su satisfacción personal en ese puesto fue la creación de los programas educativos para educación primaria a nivel nacional. Desempeñó el puesto durante cinco años.

Como estudiante de la Facultad de Humanidades de la Universidad de San Carlos fue delegada con otros compañeros para viajar a México donde le propusieron al doctor Juan José Arévalo Bermejo la candidatura para ejercer la presidencia del país.

Con el triunfo del “tercer gobierno de la Revolución” presidido por Julio César Méndez Montenegro, por ser la única Supervisora de Educación con estudios universitarios, ya que sus compañeras supervisoras eran esposas de militares; fue sustituida por una maestra cuyo trabajo anterior fue ser cajera de un restaurante.

Fue trasladada como Secretaria al Instituto Técnico Vocacional ahora denominado “Imrich Fischmann” donde laboró hasta cumplir su tiempo para jubilarse; lapso durante el cual, proyectó su ayuda a un sinfín de alumnos quienes debido a la rigurosidad de los estudios plantearon su deserción, a lo cual ella los convencía de acogerse a la disciplina de estudios y realizar sus sueños de graduarse como Bachilleres Industriales y Peritos en una Especialidad gestionándoles becas para que pudieran seguir estudiando hasta su graduación.

Egbertha Castillo Durán fue mi madre, quien a pesar de haber fallecido hace dieciocho años, la sigo admirando como mi personaje inolvidable por su labor desinteresada, su proyección social hacia los alumnos de todos los niveles educativos durante su existencia y sobre todo; la admiro como la mujer que supo realizar sus ideales como persona, estudiante, maestra y en especial, como madre divorciada que supo enfrentar su destino dándoles a sus hijos la formación moral y educativa para su futuro.

Sus descendientes, quienes hemos seguido la vena pedagógica de su existencia en materia laboral, somos una hija maestra de educación primaria y odontóloga; uno de sus hijos bachiller Industrial, el otro bachiller industrial y licenciado en ciencias jurídicas y sociales; dos nietos licenciados en administración educativa, uno de ellos con doctorado en administración pública; un bachiller industrial especializado en dibujo técnico y una nieta maestra de educación para el hogar.

Sea este un homenaje póstumo a mi madre; nosotros la recordaremos siempre como mamá, abuela, bisabuela, empresaria y sobre todo en su función de la maestra inclaudicable compenetrada de su labor magisterial. Un abrazo y beso etéreo para ti.

Artículo anterior Situaciones que desnudan realidades
Artículo siguienteLuis Suárez pierde el premio de consolación en Bantrab: nombran sustituta