Parecería extraño, que a más de setenta y ocho años de haberse experimentado y transformado las circunstancias históricas que condujeron a la revolución de octubre de mil novecientos cuarenta y cuatro; todavía tengamos que proceder a un movimiento de masas para demostrar a los funcionarios de turno que el ejercicio del poder no significa permiso tácito para robar grandes cantidades del erario nacional y mucho menos para que, de forma ilegal e inmoral dispongan de los bienes y soberanía de la Nación, es decir el irrestricto respeto a la elección presidencial.
En concordancia con las protestas populares actuales contra la judicialización del proceso electoral, presento algunas consideraciones de los movimientos populares del año mil novecientos cuarenta y cuatro con la realidad actual de dos mil veintitrés que, de hecho y de fondo, tienen similares características que a continuación describo:
UNO: El ejército nacional se significó por actuar como guardián de los derechos y libertades de las clases pudientes económicas sosteniendo el statu quo del feudalismo que condujeron a la caída del gobierno dictatorial del militar Jorge Ubico. En la actualidad el ejército sigue teniendo el control político directo e indirecto sobre las personas que ejercen gobierno y las instituciones administrativas gubernamentales.
DOS: La gran fuerza motriz de la revolución de octubre de mil novecientos cuarenta y cuatro fueron los trabajadores y las masas populares explotadas, pues ellos fueron el elemento fundamental de las fuerzas productivas de la riqueza de la oligarquía, la cual con su concentración del capital y ley de la máxima ganancia ahondaron de forma tremenda el abismo sociocultural de la población con la élite empresarial y gobernante. Dicha circunstancia se repite ahora y se manifiesta por medio de las redes sociales desnudando la realidad que vivimos tal cual si estuviéramos viviendo en mil novecientos cuarenta y cuatro.
TRES. El gobierno fue una tiranía burguesa instaurada desde hacía setenta y ocho años por el gobierno liberal de José Rufino Barrios; legislando a través de ese tiempo la servidumbre, la cual fue prácticamente esclavitud hasta mil novecientos cuarenta y cuatro que se legisló con sentido social; y, ahora se sigue sufriendo del esclavismo económico que mantiene a la población en condiciones similares a las del ayer: pobreza, ignorancia y subdesarrollo elevado a la quinta potencia.
CUATRO: Ayer fueron los estudiantes, obreros, campesinos, magisterio y población en general; hoy igual que ayer, el proceso de descomposición social que vivimos ha sido capitalizado por los grupos indígenas de Totonicapán denominados los cuarenta y ocho cantones quienes instaron al pueblo de Guatemala a participar en el movimiento de protesta por la burda judicialización del proceso electoral y la persecución política hacia ex operadores de justicia.
El apoyo psicológico, emocional, material y económico de diversos sectores de la sociedad guatemalteca como entidades religiosas, universitarias, de la economía informal y hospitales, ha sido factor decisivo y determinante para que la permanencia de los manifestantes frente al Ministerio Público, diversas carreteras del país y centros neurálgicos de locomoción se mantenga pidiendo la renuncia de los funcionarios quienes lideran las acciones inconstitucionales en contra del proceso electoral.
La burguesía guatemalteca integrada por peninsulares (españoles) y criollos que encabezó la independencia; la Reforma Liberal de mil ochocientos setenta y uno y la Revolución de Octubre de mil novecientos cuarenta y cuatro, hizo herederos a sus familiares directos del poder económico, político y el derecho de explotar a los indígenas quienes aún mantienen el control económico del país.
Entonces: ¿estas manifestaciones tendrán un verdadero resultado positivo para el total de la población o será otro movimiento para beneficio de la clase pudiente?