Fernando Mollinedo C.
Política es el término maquiavélico para indicar “engaño”, por lo cual, en el desarrollo de las actividades políticas, la honestidad abierta e inmediata puede ser camuflada para la explotación última que es lograr un voto a favor, transmitiendo una idea muy difícil de cumplir, pero que a la población le suena bonito porque supuestamente resolverá parte de sus problemas comunes.
En el nuevo dominio de las redes sociales hay muy poco que sustente con preponderancia los valores tradicionales de la sociedad, tales como la verdad, justicia, honestidad, responsabilidad, lealtad, honradez, dignidad y otros más que eran de uso diario; además, “el hecho que el mundo publicitario sea una farsa gigantesca” (Wilson Bryan Key, 1989) al igual que el mundo de la moda, del arte, la política o de los espectáculos, convierte a un mensaje subliminal en una ironía del modelo superficial.
Maquiavelo creó un nuevo arte de la mentira y la trampa indicando que “el fin justifica los medios”. “La población está unida solamente por su deseo de ser engañada por las apariencias que les prometen los políticos en campaña” aunque parezcan sinceros, abiertos y cordiales en sus promesas; un viejo adagio de la empresa estadounidense IBM dice: “La sobrecarga de la información iguala al patrón de reconocimiento”, es decir que, mientras más se repita un mensaje político, éste logra en la mente de los votantes una especie de “reconocimiento” al considerarlo como una “verdad”.
Los mensajes subliminales son mensajes que los procesa el cerebro sin que nos demos cuenta y que, en el terreno de la política son un medio que emplean grupos multidisciplinarios como políticos o comerciantes para tratar de colocar en el inconsciente de las personas los beneficios de los bienes y servicios que ofrecen. En política, esos “servicios” consisten en la autorización del ejercicio del poder por medio del voto popular.
La canción popular “maquillaje a granel usaba a diario, y vendía la piel a precio caro” retratan al pajarillo de blancas alas en un mensaje subliminal, que obviamente alude a la conducta o trabajo de una mujer, así como la interpretación de canciones como “sigo siendo el rey” destronada subliminalmente por “el jefe de jefes” cuando son cantadas con una extrovertida sinceridad y fanfarronería para que sean consideradas por la sociedad o auditorio como los estandartes o banderas mostradas para que se sepa y reconozca la condición de poder político, social o económico de quien o quienes los envían.
El peligro que corren las personas que creen ciegamente y con ingenuidad en la sublimidad de la publicidad y de las promesas políticas que, en determinado momento sean portadores de una contaminación mental producida porque recibieron tales mensajes a través de mecanismos de percepción inconscientes que no les permitieron algún tipo de análisis o meditación al respecto.
Educación, trabajo, salud, seguridad e infraestructura son los aspectos más importantes que todos los políticos en las campañas electorales utilizan para el convencimiento de la población votante, utilizando lenguaje y técnicas subliminales en los medios de comunicación, diseñadas para engañar a los receptores del mensaje y controlar o manipular el comportamiento humano a favor de determinado partido político y sus candidatos.
Recordemos que “ni corrupto ni ladrón” y “mano dura” son los ejemplos más cercanos de la proyección subliminal que utilizaron, y les fue efectiva.