Fernando Mollinedo C.
La opinión está dividida, para los encargados de la educación de sus hijos, la discusión actual gira alrededor de cuál es el mejor sistema de enseñanza actualmente, sí presencial o por línea; sin embargo, para llegar a una conclusión válida tendríamos que preguntarles a los maestros, pensar en el campo de la realidad que vivimos y qué método les ha resultado más efectivo en su labor docente.
Mi experiencia como maestro me remite al sistema presencial, pero ante las circunstancias sanitarias que vive el país debo adaptarme al sistema que se me asigne, hacerlo con gusto e interés. Con cualquiera de los dos sistemas se podría llegar a los objetivos deseados, dependiendo de la voluntad, entusiasmo y decisión que se ponga por parte de maestros y alumnos.
El propósito del docente en cualquiera de los ciclos educativos (preprimaria, primaria, media y universitaria) es transmitir a los estudiantes de forma muy clara los conocimientos e ideas que se exponen. La atención del alumno a lo que indique el maestro o profesor radicará básicamente en que, lo haga con el mismo interés y con gusto; no sólo porque le están pagando un sueldo o salario sino porque su convencimiento personal de transformar mentes y criterios es esencial.
No se trata de atiborrar de varios asuntos las mentes de los estudiantes, cuando el tema es extenso y se desarrolla en varias exposiciones debe ponerse todo el empeño en que cada punto sea bien captado, recordemos que uno de los secretos de la pedagogía es la reiteración de las ideas centrales hecha en diferentes formas, diferentes ejemplos y con diferentes anécdotas; porque, sí es bueno y breve, será dos veces bueno.
Sí queremos que los alumnos se lleven grabado nuestro mensaje, necesitamos repetir las ideas fundamentales, pero no en forma textual pues ello provoca tedio además, la sensación de caminar en círculos sin avanzar; agota y desespera rompiendo el vínculo de captación entre el maestro y el alumno. En la lectura de un documento, de un libro, de una revista, sí algo no queda claro se tiene la oportunidad de releer las líneas no comprendidas; esta ventaja no se tiene al escuchar la exposición del maestro o un discurso, a no ser que el expositor repita los puntos fundamentales de la exposición.
Mucho del trabajo del maestro está en decir con claridad lo difícil de comprender, con belleza lo común, con sabor lo que pareciera insípido, pero lo más imprescindible es que el maestro para convencer debe estar convencido porque sólo puede despertar interés en los alumnos cuando él sea el primer interesado.
El medio de educación virtual, en tiempo de pandemia deja demasiado que desear de la labor docente, pues una gran cantidad de maestros y profesores consideran la virtualidad como una excusa para no planificar sus clases y hacen de la improvisación su válvula de escape ante el requerimiento de explicaciones básicas por parte de los alumnos. De hecho, algunos catedráticos universitarios con formación marcial interna conducen sus exposiciones con un sentido de “magister dixit” y no permiten el intercambio de ideas con los alumnos.