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En 2015, luego de las protestas masivas que llevaron a la pareja Pérez Molina y Baldetti a renunciar de sus cargos, tuvimos un candidato en Guatemala que se vendió como un ajeno al sistema con el slogan “ni corrupto ni ladrón”. El comediante sin gracia llegó a la presidencia, en gran parte por el hartazgo de la ciudadanía en general de los políticos tradicionales y sus corruptas prácticas para enriquecerse a costillas del Erario. El payaso Morales resultó siendo más de lo mismo.
En 2023, en el ocaso del más corrupto de los gobiernos que hemos tenido, se presentó otra opción ajena a la política tradicional, esta vez, vendiendo una “nueva primavera” en alusión al gobierno presidido por el padre del candidato a la presidencia de dicho partido, luego de la Revolución del 44. En medio del alboroto electorero (y vaya si lo fue) de dicho año, nadie vio venir al candidato de la “primavera” y quedó electo, junto a un nutrido grupo de diputados con un joven al frente del bloque legislativo, así como la figura más notoria del partido político.
En ambos casos, la ciudadanía apeló a candidatos que pudieran ser ajenos al sistema político para evitar que sus respectivos gobiernos no cayeran en todas las mañas y transas que utilizan los políticos tradicionales.
En el caso particular de los diputados de Semilla (que ya habían pasado un período en el Congreso sin pena ni gloria, es decir, no eran nuevos ni ajenos al sistema), su accionar ha sido deplorable, principalmente el de su líder. Anteponer sus intereses partidarios antes que los intereses de la población ha sido una constante. Canjearon la asignación de varios miles de millones de quetzales del presupuesto a cambio de votos para su aprobación (tal como lo hacía el gobierno presidido por Giammattei), para que Semilla volviera a ser partido político después de su cancelación y para que los legisladores se recetaran un descarado aumento salarial, en una votación en la madrugada. La semana pasada en una entrevista a este medio, el líder “oficialista” indicó tajantemente que no estaba creando un nuevo partido político. Unos días después indica con total descaro y cinismo en entrevista con otro medio que sí, efectivamente está buscando crear un nuevo partido con fines electoreros porque de lo contrario, no tendrían un vehículo electoral para acceder a puestos de elección popular.
Las acciones anteriores muestran cómo quienes se vendieron como una opción política ajena al sistema (al igual que el comediante sin gracia Morales), han empleado exactamente los mismos mecanismos que utilizan los políticos tradicionales para obtener sus fines, generalmente aviesos. ¿Son ajenos a la política tradicional? No, resulta que simple y llanamente son más de lo mismo.