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Distintos estudios demuestran que existe una fuerte correlación entre la inversión en infraestructura y la reducción de la pobreza en un país. Inversiones en carreteras, puertos, transporte público, educación, acceso a salud, agua potable y saneamiento mejoran la productividad, reducen los costos de vida y crean oportunidades de trabajo, lo que incrementa los ingresos de las personas y el nivel socioeconómico de una región, y por ende de un país.

Tuve la oportunidad de leer un muy buen estudio elaborado por Eduardo Durán y Eduardo Saavedra en 2014 para la Universidad Alberto Hurtado de Chile, en el cual estudian este fenómeno para distintos países latinoamericanos correlacionando algunos factores de infraestructura con el nivel de pobreza de la región.  Las conclusiones del estudio de marras son sumamente interesantes e ilustrativas.

Para nadie es secreto que Puerto Quetzal, el único puerto de uso comercial en el Pacífico guatemalteco, está totalmente colapsado desde hace casi un lustro, sin que las autoridades responsables hagan algo para mejorar la problemática actual del puerto, la cual se contempla ya como parte del paisaje, lo cual es sumamente peligroso.  En un reportaje publicado por el medio Prensa Libre, indican que sólo en 2024 los importadores de graneles pagaron más de 70 millones de dólares en sobrecosto de demoras a propietarios de barcos, debido a la cantidad de días que los barcos deben esperar para ser atendidos en dicho puerto.  Es imposible obviar el comentario del cretino expresidente Giammattei (y el de un mentecato diputado del partido oficial) al respecto de esta cola de barcos esperando atraque.

Tampoco es secreto que a este gobierno tomó más de 9 meses reparar un tramo carretero que había colapsado en el kilómetro 44 de la autopista de Palín a Escuintla, así como tampoco fue secreto que con una sola lluvia colapsó el kilómetro 36 de la misma vía, en jurisdicción de Amatitlán, donde vehículos quedaron varados por varias horas debido a las inundaciones (y el pésimo funcionamiento de la red de drenajes del lugar, si es que existe).  Si en las primeras lluvias del invierno ya tenemos colapsos de esta naturaleza, al final del invierno, con los suelos saturados, los colapsos carreteros serán aún más severos.

No está de más decir que la pachorra de este gobierno para ejecutar el presupuesto y la evidente indolencia del presidente, la vicepresidenta y su equipo de trabajo ante los serios problemas que aquejan la infraestructura nacional pasan una enorme factura a la población guatemalteca, principalmente a los menos favorecidos, que se traduce en un franco deterioro del nivel de vida de la población.

No es exageración, estimado lector.  Simplemente tome nota usted de los sobrecostos derivados de una deficiente infraestructura portuaria, aunados los sobrecostos logísticos (gasolina, frenos, repuestos, reparaciones) ocasionados por el pésimo estado de las carreteras.  Sume a lo anterior el deficiente nivel educativo que es provocado por, en gran parte, por la dirigencia sindical del magisterio, así como la enorme factura que se debe pagar por tener medicamentos sobrevalorados por un sistema de salud que opera de esta forma.

Todo lo anterior se traduce en incrementos sostenidos en los niveles de precio, es decir, en inflación.

Emilio Matta

emiliomattasaravia@gmail.com

Esposo y padre. Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad Francisco Marroquín, MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, Certificado en Métodos de Pronósticos por Florida International University. 24 años de trayectoria profesional en las áreas de Operaciones, Logística y Finanzas en empresas industriales, comerciales y de servicios, empresario y columnista en La Hora.

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