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El pasado viernes 7 de febrero, la actual administración edil, junto con la Empresa Metropolitana de Transporte (Emetra) y la Policía Municipal de Tránsito (PMT) dieron toda una cátedra de improvisación e incapacidad, ante el tráfico que provocó primera vuelta de la elección de junta directiva del Colegio de Abogados y Notarios de Guatemala. Dicho evento paralizó el tráfico de la capital desde la mañana hasta horas de la noche. Trayectos que en condiciones normales tomarían 20 minutos, tardaban hasta 3 horas.
Y hago referencia a la improvisación, porque desde el 6 de enero de este año, se había publicado en el Diario de Centro América la convocatoria del evento de marras, detallando el lugar y la fecha en que se realizaría en la ciudad de Guatemala, lo cual pasó totalmente desapercibido para las autoridades municipales y los entes reguladores del tránsito. Es más, durante el fin de semana, distintos personeros de Emetra y la PMT, buscaban acercamientos urgentes con las autoridades del Colegio de Abogados para modificar la fecha o que se ampliara la cantidad de centros de votación, lo que constata el grado de descuido de las autoridades.
Días antes de este suceso, el alcalde de la ciudad y su equipo disertaban en un gran show que armaron sobre los “grandes planes” que tenían para la ciudad capital y también sobre cómo solucionarían el problema del tráfico en la capital con drones, semáforos “inteligentes” y otras “innovadoras soluciones”, además de pedir, como siempre, que les permitan a los de la PMT imponer multas a diestra y siniestra, como ha sido su costumbre. Del dicho al hecho hay un gran trecho, y eso quedó evidenciado el viernes pasado. Las imágenes de viajeros que tenían que ir al aeropuerto caminando porque las arterias aledañas al aeropuerto se convirtieron literalmente en parqueos de vehículos, lo demuestra.
El problema de tráfico, no sólo en la ciudad de Guatemala, sino que también en los municipios aledaños, es que el ritmo de crecimiento del parque vehicular (automóviles, motocicletas, etc.) supera con creces al ritmo de crecimiento de las calles y avenidas por las que estos circulan. Y esa tendencia ha sido así desde el siglo pasado, pero las administraciones ediles, incluyendo la actual, no han hecho nada para resolverlo.
Un problema eminentemente matemático, como es el del tráfico, se resuelve de dos formas: o disminuye el uso del parque vehicular o incrementa la cantidad de calles y avenidas. Lo segundo, a menos que se hagan segundos, terceros y hasta cuartos pisos en las calles, como lo sugirió un exministro y excandidato a alcalde acusado de corrupción (y ahora en libertad), no va a ocurrir por una cuestión de espacio. Por lo tanto, se debe enfocar en lo primero, que es incrementando y mejorando el transporte masivo, para que más personas se movilicen en transporte público en vez de transporte propio.
Para dar una solución inmediata, porque un metro o un aerómetro tardarán varios años en ponerse en funcionamiento, se pueden implementar rutas de buses articulados, como los del Transmetro, que puedan transportar a grandes cantidades de personas, de forma segura, de los municipios aledaños a la capital a centrales de transferencias ubicadas en las afueras de la ciudad. También se puede dar incentivos a los conductores, principalmente de automóviles, para que utilicen el transporte público en vez de auto propio. De igual forma con empresas, fábricas, incluso universidades. Se puede trabajar en conjunto con la SAT para dar créditos en el pago de ISR o ISO, por ejemplo, a empresas que transporten a sus colaboradores en rutas de buses en lugar de que lleven sus vehículos al lugar de trabajo.
Solucionar este problema requiere de equipos técnicos capaces, que pueden apoyarse en la academia y en empresas de tecnología. Definitivamente no se resolverán con shows mediáticos del alcalde.