Hace un poco más de un mes, el 25 de septiembre, escribí sobre la burda forma en que el Banco de Guatemala interviene discrecionalmente en el mercado cambiario para devaluar artificialmente nuestra moneda frente al dólar, saliendo a “comprar” 65 millones de dólares, que el Banguat no necesita, bajo el nefasto Mecanismo de Acumulación de Reservas. El pasado viernes 25 de octubre continuó haciendo uso de tan desafortunado instrumento para frenar la apreciación del quetzal frente al dólar que se da por el ingreso de remesas al país, saliendo a comprar 100 millones de dólares adicionales, es decir, 165 millones de dólares en menos de dos meses.
La intervención del Banco de Guatemala en el mercado de divisas (que ya sabemos que no es libre) durante el año 2024 llega a 2,163.7 millones de dólares comprados contra 653.8 millones de dólares vendidos. De mi anterior entrega a la de hoy, 35 días después, el Banguat ha incrementado sus compras de dólares en 315 millones, una tercera parte utilizando el arbitrario Mecanismo de Acumulación de Reservas.
Dos expresidentes, Jimmy Morales y Alejandro Giammattei, quienes se evidenciaron durante sus respectivos gobiernos como completos ignorantes en economía, se jactaban de que uno de sus logros principales en materia económica era haber incrementado las reservas monetarias internacionales. Lo que ignoraban era que las reservas efectivamente incrementaron porque el Banguat utilizó el mecanismo de marras para devaluar artificialmente el quetzal, y que dicho mecanismo lo crearon para evitar que el ingreso de remesas al país continuara apreciando la moneda. Esto beneficia a un sector de la economía en detrimento del resto de los guatemaltecos.
Formadores de opinión, quienes se precian de ser “libertarios hasta el copete”, han sido incapaces de denunciar durante años una intervención estructural del estado en la economía guatemalteca de esta magnitud (11,500 millones de dólares en 8 años). Quizás ni siquiera son capaces de comprenderlo. En mi caso, al ser partidario de la escuela monetarista, muy distinta de la escuela austríaca, es mi deber denunciar estas malas prácticas cambiarias.
Si el presidente Arévalo quiere hacer algo para reducir la inflación y apoyar a que las familias con menos recursos puedan hacer frente a los altos precios de los productos de la canasta básica, podría dejar de intervenir en el mercado de divisas y permitir que el libre mercado determine el tipo de cambio de nuestra moneda frente al dólar para así reducir la presión inflacionaria sobre los productos importados, principalmente granos básicos, combustibles y fertilizantes, entre otros productos.
Con medidas de este tipo, más audaces que las de sus predecesores, el presidente de Guatemala podría ayudar a reducir precios de productos que pueden impactar positivamente en las cadenas productivas y así aportar verdaderamente al ingreso real de los guatemaltecos, mejorando su poder adquisitivo.