Emilio Matta

emiliomattasaravia@gmail.com

Esposo y padre. Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad Francisco Marroquín, MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, Certificado en Métodos de Pronósticos por Florida International University. 24 años de trayectoria profesional en las áreas de Operaciones, Logística y Finanzas en empresas industriales, comerciales y de servicios, empresario y columnista en La Hora.

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En nuestra Guatemala los políticos y dizque constructores (son los mismos políticos, alcaldes y diputados, y sus socios, disfrazados de empresarios) están más interesados en robarse el dinero del Erario que en invertir, aunque sea lo mínimo, en infraestructura. No existen proyectos de envergadura media, y la única “mega obra” realizada por el payaso y su adulador exministro de comunicaciones (ahora libre), se está cayendo a pedazos, literalmente.

Así como Arévalo y su equipo llegaron sin un plan, únicamente a improvisar en todo, desde el gabinete de gobierno hasta la agenda de trabajo, la paupérrima ejecución presupuestaria lo dice todo; el expresidente Giammattei y su pareja llegaron con un plan, y lo ejecutaron, de tomar control de todas las instituciones para saquear las arcas públicas garantizándose total impunidad, cortesía de quienes dirigen en Gerona y jueces apalabrados hábilmente ubicados en juzgados del ramo penal, así como salas de apelaciones del mismo ramo.

Si uno lee noticias, casi sin importar en qué medio, puede darse cuenta de que vamos en franco retroceso en materia de infraestructura, al punto de que 3 de las 4 carreteras que conducen a la capital están seriamente dañadas y las rutas alternas se encuentran totalmente colapsadas, dado que son insuficientes para la creciente circulación de vehículos ocasionada por los cierres de dichas carreteras.  

Los daños a las carreteras no fueron ocasionados por este gobierno, eso está claro, pero la indolencia del ministro del ramo para actuar con prontitud en la reparación de los daños nos demuestra una vez más el grado de improvisación del gobierno de Arévalo, en el que allegados sin capacidad ocupan ministerios, viceministerios, secretarías, o simplemente dan instrucciones. Nos damos cuenta de que este gobierno no es distinto de los anteriores, es más de lo mismo. Habrán cambiado la bandera, habrán adornado el discurso, pero su esencia es exactamente la misma: llegaron al gobierno para servirse con la cuchara grande.

El último presidente guatemalteco que privilegió la infraestructura fue Romeo Lucas García, quien gobernó de 1978 a 1982. En ese período se construyó la hidroeléctrica Chixoy (la inició Kjell Laugerud en 1976), Puerto Quetzal (con el tamaño que tiene hoy, casi 50 años después), la Franja Transversal del Norte (también iniciada por Kjell Laugerud), la carretera a Puerto Quetzal y el hospital San Juan de Dios. 

Y lo anterior no lo expreso con reverencia. Más bien lo hago con una profunda decepción por todos y cada uno de los gobiernos que hemos tenido desde ese entonces hasta el actual, debido a que, sin excepción, han fallado en proveer con infraestructura de primer nivel al país. Todos tuvieron la oportunidad y prefirieron llenarse los bolsillos de pisto en vez de apostar al desarrollo, por medio de la infraestructura.

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