Emilio Matta

emiliomattasaravia@gmail.com

Esposo y padre. Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad Francisco Marroquín, MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, Certificado en Métodos de Pronósticos por Florida International University. 24 años de trayectoria profesional en las áreas de Operaciones, Logística y Finanzas en empresas industriales, comerciales y de servicios, empresario y columnista en La Hora.

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El hundimiento en el kilómetro 44 de la autopista de Palín-Escuintla, ocurrido en junio, aún no está reparado y tomará alrededor de tres meses más repararlo, de acuerdo con el ministro del ramo.  Las rutas alternas están totalmente colapsadas.

El derrumbe del kilómetro 61 de la ruta al Atlántico, ocurrido el domingo pasado y que aún es incierto cuánto tiempo le tomará al pachorro ministro repararlo.  Piden el uso de rutas alternas, las cuales toman varias horas adicionales y también están colapsadas.

El paso a desnivel que se construye en la Calzada Roosevelt está paralizado desde hace más de un año. Tampoco existe certeza de cuándo reiniciarán las labores de construcción. Y para mientras, el Ministerio de Comunicaciones (¡sí, otra vez!) culpa a la empresa constructora de la paralización, mientras que la constructora está a la espera de una supuesta aprobación.  Al final del día, los perjudicados somos todos los que transitamos por dicha calzada.

Tener una adecuada infraestructura vial es indispensable para el desarrollo del país.  Nadie lo duda. En Guatemala, sin embargo, ningún gobierno ha hecho nada, absolutamente nada, para mejorar la infraestructura vial.  El modelo que tenemos es caduco, y gracias a este modelo y a la desidia de quienes nos han gobernado, no se puede transitar desde la capital o hacia la capital, desde el norte y desde el sur.  Se deben tomar las inexistentes rutas alternas.

Se han propuesto modelos distintos, con la figura legal de Alianzas Público-Privadas (APP), por ejemplo, mediante las cuales una empresa privada recibe una concesión para la construcción y mantenimiento de una carretera por un período determinado de tiempo, durante el cual la empresa cobra un peaje. Este es un modelo exitoso que funciona en casi todos los países del mundo, independientemente de la ideología de quienes gobiernan dichos países. Los medios para el cobro de peaje también son modernos, generalmente por medio de chips (únicamente en Guatemala se podía ver el caduco y anacrónico modelo de cobro en efectivo, veinticinco centavos incluidos, que ocasionaba larguísimas colas en la autopista).

Cualquier persona que ha viajado por carreteras de Estados Unidos, Chile, Brasil, México y prácticamente cualquier país desarrollado del mundo, ha pagado peaje por transitar una autopista.  El modelo funciona, a disgusto de los obtusos que se escudan en supuestas ideologías.

En Guatemala ya hay una ley que permite la constitución de este tipo de alianzas, el decreto 18-2021, que permitirá que avancemos en la dirección correcta, no solo en la construcción y mantenimiento de carreteras, sino en tener mejores puertos y aeropuertos. Esperamos que este modelo no caiga en la corrupción ni en la desidia (o inacción) gubernamental.

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