Emilio Matta

emiliomattasaravia@gmail.com

Esposo y padre. Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad Francisco Marroquín, MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, Certificado en Métodos de Pronósticos por Florida International University. 24 años de trayectoria profesional en las áreas de Operaciones, Logística y Finanzas en empresas industriales, comerciales y de servicios, empresario y columnista en La Hora.

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A inicios de septiembre, el ministro de Finanzas, Jonathan Menkos hizo entrega del proyecto de presupuesto 2025 al Congreso, el primer presupuesto “diseñado bajo la visión del presidente Arévalo”.

La “visión” del presidente Arévalo es un presupuesto de Q148.5 mil millones, equivalente al 15.8% del PIB en términos nominales, y endeudando al país en algo más de Q39.2 mil millones.

Entiendo el profundo desconocimiento en materia económica que seguramente tiene el presidente Bernardo Arévalo, al ser formado en sociología con experiencia laboral en el área diplomática. Sin embargo, su ministro de Finanzas, quien sí tiene una formación profesional en economía a nivel de licenciatura y maestría, sí debería tener muy claras las consecuencias que tendrá para la economía del país la propuesta fiscal (y en consecuencia monetaria) expansiva, como la que plantea con el presupuesto 2025.

Los economistas más influyentes del siglo XX en materia monetaria fueron John Maynard Keynes y Milton Friedman, quienes tenían visiones opuestas en lo que se refiere al dinero en la economía.  Mientras que Keynes apoyaba la expansión monetaria, vía el aumento del gasto público, hasta alcanzar lo que denominaba el pleno empleo, Friedman la rechazaba al indicar, con razón, que en el largo plazo (de aquella época) una política monetaria expansiva incrementa los precios, fenómeno que en economía se denomina inflación.  De hecho, la teoría keynesiana funciona únicamente cuando existe una recesión económica, debido a que la expansión monetaria afecta positivamente a la producción, lo que contribuye a incrementar el PIB.  Ese efecto, sin embargo, resulta contraproducente en un plazo más largo, debido a que la oferta de dinero es mayor a la demanda del mismo, incrementando el nivel general de precios, o sea, causando inflación.  Y ésta (la inflación) es el peor de los impuestos, el cual afecta principalmente a las capas bajas y medias del país, disminuyendo drásticamente la capacidad de consumo de las personas que se ubican en dichos estratos.

Un presupuesto como el que presenta el señor Menkos me parece desatinado e irreal para el contexto actual, de acuerdo con el resumen del mismo.  Indica el documento que priorizará la inversión en infraestructura, puertos y aeropuertos, que abordará el tema de una mejor cobertura médica y educativa, a la vez que implementará programas de riego, fertilizante y semilla para mejorar el agro.  El resumen de marras no aborda un tema toral, como lo es el combate a la desnutrición crónica infantil.  Tampoco indica de qué forma se transparentará el uso gasto del público por parte de su equipo de gobierno y de él mismo.  Este tema es crucial porque fue precisamente el mandato principal de los guatemaltecos expresado en las urnas.

Todo apunta a que, a partir de finales de 2025, se podría dar un efecto inflacionario en el país provocado por un incremento presupuestario que no tendrá la contraparte esperada en recaudación fiscal.  El señor ministro debería tener un mínimo conocimiento de todo lo explicado en párrafos anteriores, lo cual le permitiría tomar decisiones en pro y no en contra, de los ciudadanos, principalmente de quienes actualmente conforman los estratos medios y bajos del país.

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