Emilio Matta

emiliomattasaravia@gmail.com

Esposo y padre. Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad Francisco Marroquín, MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, Certificado en Métodos de Pronósticos por Florida International University. 24 años de trayectoria profesional en las áreas de Operaciones, Logística y Finanzas en empresas industriales, comerciales y de servicios, empresario y columnista en La Hora.

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El 13 de junio se detectó un hundimiento en la autopista de Palín a Escuintla, uno de los tramos carreteros más importantes y con más tráfico en toda Guatemala.  El día siguiente, 14 de junio, las autoridades ordenaron el cierre de dicho tramo carretero, desviando el tráfico por varias “rutas alternas”, como la antigua carretera de Palín a Escuintla o la RN-14, las cuales definitivamente no están diseñadas para soportar, bajo ningún punto de vista, la cantidad y el tipo de vehículos que ahora las transitan, debido al cierre de la autopista.

Da pena ver el descalabro de la red vial guatemalteca.  El copioso (y retrasado) inicio del invierno desnudó sin tapujos todas nuestras carencias.  Todas.  Los mamarrachos de obras que entregan las “empresas constructoras” de obra pública, son cada vez peores.  Y está muy claro que el actual gobierno no es el único responsable del estado actual de una calamitosa red vial entregada en un estado cada vez más deplorable, debido a la rampante corrupción, por el dizque médico Alejandro Giammattei y su predecesor, el payaso Jimmy Morales; ambos expresidentes privilegiaron la corrupción durante sus respectivos gobiernos. Es más, fue el expresidente Giammattei, en un nefasto y despreciable acto de populismo, quien no renovó ni buscó otra empresa, para dar en concesión el tramo carretero que ahora está cerrado por falta de mantenimiento, producto de la negligente y obtusa medida tomada por Alejandro Giammattei y su achichincle, el exministro de Comunicaciones. 

Lo anterior, sin embargo, no le resta responsabilidad al actual presidente y a su ministro de Comunicaciones, médico de profesión, quienes no han actuado con el sentido de urgencia que amerita una situación de este calibre.  Queda muy clara la falta de experiencia del presidente Arévalo y de su actual ministro de Comunicaciones.  Ayer en declaraciones a los medios de comunicación, luego de salir de una citación en el Congreso, el médico se refirió a que los retrasos que han tenido para la reparación del tramo carretero dañado han sido políticos, debido a todas las citaciones que ha recibido el Ejecutivo.   Sin embargo, esa no es excusa para no darle la debida importancia (y urgencia) a la resolución de este problema, que cuesta millones de quetzales diarios a la economía guatemalteca en tiempo perdido y en sobrecostos de los productos debido al incremento en el uso de combustible y en el gasto de mantenimiento de los vehículos provocados por utilizar rutas no adecuadas para la circulación de transporte pesado.  En sus declaraciones, el ministro se quejó de que el Legislativo no les aprobó el estado de calamidad que solicitaron.  Y es cierto.  Pero fue por la incapacidad que ha tenido este gobierno para lograr acuerdos con los diputados.  Y esa responsabilidad sí que recae en el mandatario, en su equipo y en la bancada oficial.

Quejarse del estado en que recibieron los hospitales y las escuelas públicas, la red vial, los puertos y aeropuertos y todo el aparato estatal, ya no es válido para este gobierno.  Quejarse de que en el Congreso los bloquean, tampoco es válido para este gobierno.  El presidente y su equipo sabían de antemano a qué reto se enfrentaban, quiénes iban a estar en contra de ellos y cómo iban a encontrar las instituciones.  Sabían de antemano que debían buscar acuerdos con una mayoría de diputados corruptos para gobernar.

Y si no lo sabían, entonces no estaban preparados para gobernar.

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