Emilio Matta

emiliomattasaravia@gmail.com

Esposo y padre. Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad Francisco Marroquín, MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, Certificado en Métodos de Pronósticos por Florida International University. 24 años de trayectoria profesional en las áreas de Operaciones, Logística y Finanzas en empresas industriales, comerciales y de servicios, empresario y columnista en La Hora.

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Emilio Matta Saravia
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De acuerdo con el sitio Our World in Data, Guatemala es uno de los países más rezagados en vacunación contra el COVID-19 en América Latina, con un 25.3% de la población vacunada con esquema completo y un 10.3% con esquema parcial. Una verdadera vergüenza. Hasta Venezuela y Nicaragua van por delante de nosotros.

En su mensaje navideño a la nación, el presidente Giammattei, como es su costumbre, saludó con sombrero ajeno alardeando sobre los supuestos logros de “su” gobierno en materia económica: un crecimiento económico “como no se veía en cuatro décadas” y estabilidad en los precios y el tipo de cambio.  Hemos de estar claros que casi 2 de cada 3 quetzales que creció la economía de Guatemala en 2021 fue por la inyección que suponen las remesas que millones de migrantes envían al país mes a mes.  Como si fuera poco, la “estabilidad” macroeconómica también se ve afectada de forma positiva por las mismas remesas, ya que, de no ser por ellas, el quetzal tendría una fuerte devaluación con respecto al dólar que tendría como consecuencia un efecto inflacionario importante.

Durante el mensaje de marras, el presidente también se da a la tarea de repetir como disco rayado su socorrida frase: “…hay vacunas…hay vacunadores…pero faltan brazos”. Su plan de vacunación ha sido un rotundo fracaso, desde la turbia y poco transparente negociación y compra de las vacunas Sputnik V al intermediario ruso (a la fecha se han amparado en un acuerdo de confidencialidad totalmente espurio para los intereses del país), pasando por un sinfín de donaciones de vacunas hechas por países amigos, hasta la falta de asertividad para comunicar a la población rural la importancia de vacunarse. Toda la comunicación sobre la vacunación ha tenido un enfoque urbano. No es de extrañar que prácticamente todos los países latinoamericanos tengan porcentajes de personas vacunadas en ambos esquemas (parcial y completo) mucho más significativos que Guatemala. Ni siquiera su torpe ardid publicitario de ir a tomarse fotos y videos vacunando en los centros de vacunación han logrado que la población salga a vacunarse.

Para colmo, el Ministro de Salud sale en otra comunicación indicando que “es probable” que la variante ómicron esté en el país y que ésta “puede” ser la causante del repunte de positividad en casos de COVID-19 en los últimos días. El Ministro no tiene ni siquiera certeza de sus afirmaciones, ya que actualmente en Guatemala no existe forma de saber si los casos son provocados por la variante ómicron debido a que en el país no hay un secuenciador para determinarlo, por lo que las muestras se deben enviar a otros países para que allí se realicen las pruebas de secuenciación que determinen si son o no casos de la variante ómicron.

Para ponerle la tapa al pomo, ayer llegaron a Guatemala un poco más de 2 millones de vacunas Sputnik V, y se esperan otras 123 mil para hoy, para taparle el ojo al macho y poder afirmar que los rusos si “cumplieron” con el cronograma de entregas y con el oscuro contrato. No sería de extrañar que cuando regrese de sus vacaciones de fin de año, el mandatario, con el cinismo que le caracteriza, haga alarde de que gracias a su “intervención” se cumplió con el contrato de las vacunas rusas.

Ya ni vergüenza le da, señor Presidente.

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