Emilio Matta

emiliomattasaravia@gmail.com

Esposo y padre. Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad Francisco Marroquín, MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, Certificado en Métodos de Pronósticos por Florida International University. 24 años de trayectoria profesional en las áreas de Operaciones, Logística y Finanzas en empresas industriales, comerciales y de servicios, empresario y columnista en La Hora.

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Emilio Matta Saravia
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Inicio mi columna solidarizándome con Oscar Clemente, Pedro Pablo y Diario La Hora, y con todos los periodistas y medios de comunicación que han sufrido cualquier forma de censura en el ejercicio de su labor periodística.  La libertad de prensa es un pilar fundamental de la democracia.

El domingo pasado ganó las elecciones en Chile el izquierdista Gabriel Boric.  Hace algunas semanas hizo lo propio en Honduras la también izquierdista Xiomara Castro.  Ambos radicales.  Independientemente de su filiación política, resulta interesante analizar el porqué de este fenómeno y las implicaciones que podría tener nuestro país de cara al año electoral 2023.

Ambas elecciones se dan en un contexto post pandemia, en el cual el Producto Interno Bruto chileno tuvo una contracción de 5.8% mientras que el hondureño se redujo en un 2.3%.  En el caso de Honduras, así como en Guatemala, la economía ingresó 5,729 millones de dólares en concepto de remesas familiares en el 2020, un aumento del 3.8% en relación con el año 2019, que ayudó a amortiguar el impacto negativo de la pandemia en la economía.  Chile no contó con semejante ayuda.  El deterioro económico fue un factor importante en ambas elecciones.

En el caso chileno, existe cada vez una mayor polarización en la sociedad, que se ha exacerbado en las generaciones más jóvenes que nacieron en la era post Pinochet.  Es una generación que busca un cambio, y que cree haberlo encontrado en la propuesta de Boric.  Estos jóvenes consideran que tanto la centroizquierda como la centroderecha, que se han turnado por tres décadas la presidencia y la legislación chilena post dictadura, han gobernado de forma muy similar al país, prácticamente sin variar las políticas públicas, que las han tenido y que han funcionado.  No es casualidad que Chile sea un país libre de desnutrición crónica infantil desde inicios de los 90’s, cuando en los 60’s la mitad de su niñez la padecía.  Guatemala, en cambio, permanece igual: 1 de cada 2 niños la padece.

La hondureña es una sociedad aún más polarizada que la chilena, como consecuencia de la Guerra Fría, muy similar a lo que ocurre en Guatemala.  El depuesto expresidente Zelaya aún conservaba un caudal político que fue capitalizado por su esposa, Xiomara Castro, luego del golpe.  Adicional a ello, han tenido en los últimos años gobiernos extremadamente corruptos y vinculados al narcotráfico.  En el caso hondureño, al igual que el guatemalteco, es notoria la ausencia de políticas públicas para mejorar las condiciones de vida de la población en general.

Todo lo anterior debe servirnos para comprender lo que sucederá en nuestro país en 2023.  Recién anunciaba el presidente del Banco de Guatemala que la economía guatemalteca crecerá en un 7.5% en 2021.  De forma tangencial hace alusión a las remesas familiares (que representan aproximadamente el 60% del citado crecimiento), mientras destacaba que algunos sectores de la economía tuvieron crecimiento en este año, principalmente las exportaciones.  Sin restar mérito a este sector, el incremento en precios internacionales de materias primas ha tenido una importante incidencia en su crecimiento, así como de otros mencionados por el funcionario.  También se reporta que la inflación estaba “controlada” en un 2.9% a noviembre de 2021.  Pongo en duda que las cifras oficiales de inflación sean reales.  Los granos básicos, combustibles, fertilizantes y otras materias primas han sufrido incrementos importantes en lo que va de este año y se espera que se mantengan en los mismos niveles en el 2022.  Misteriosamente, esto no se ve reflejado en la inflación.

El gobernante, delirante y embriagado por sus supuestos excelentes resultados, arropado por columnistas zalameros y una parte del sector privado, que grita sus “proezas” en la tarima que le pongan enfrente. Tiene tal ablepsia (tal vez le taparon los ojos con la alfombra persa), al igual que quienes le arropan, que le es imposible ver que el ciudadano de a pie no percibe ni en broma la supuesta bonanza económica, menos la “estabilidad” de precios, causándole una enorme (y silenciosa) frustración que será palpable hasta en el 2023, cuando elijan la opción más radical del espectro político, hartos del cinismo de las autoridades y de la corrupción rampante en todos los niveles de la administración pública.

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