Emilio Matta Saravia
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Pena ajena dio el discurso que leyó el presidente Giammattei en la 51ª Conferencia Anual de Washington D. C. sobre las Américas. En un berrinche propio de un niño, el Presidente de Guatemala se fue a la capital estadounidense a pavonear sus “logros” en distintos escenarios, luego de que el gobierno de los Estados Unidos decidiera no invitar a Guatemala a la Cumbre por la Democracia (igual que a El Salvador, Honduras, Nicaragua, Venezuela y Bolivia). Los escenarios en los que el mandatario participó, vale decirlo, son de mucho menor jerarquía que la Cumbre. Para ponerlo en perspectiva, es como que la Cubre se realizara en el estadio Santiago Bernabéu y el presidente Giammattei hiciera su disertación en el estadio del Leganés. Y menos mal que no se puso a recetar ivermectina para prevenir el COVID-19.
Volviendo al patético discurso, el mandatario presume de una caída de la economía de tan solo 1.5% en vez del 4.8% en 2020 y un crecimiento estimado por el Banco Central y el Fondo Monetario Internacional superior al 6% para el 2021, situando a Guatemala como el país con el mejor desempeño en la región. Lo que no dice el Presidente en tan mezquina disertación, y nunca lo va a decir, es que las remesas familiares incrementaron en el 2020 en más de 832 millones de dólares sobre lo enviado en 2019, amortiguando en un 50% la caída que sufrió el PIB de Guatemala en 2020, y al mes de noviembre de 2021 ya se registra un incremento de más de 2,443 millones de dólares sobre la cifra total del año 2020 de remesas, lo que impacta positivamente en casi un 65% del crecimiento económico esperado en el 2021. Es decir, de cada quetzal que el Presidente alardea que crecerá la economía en el 2021, 65 centavos provienen de las remesas, no de sus “atinadas” políticas económicas. Y al dato anterior le falta aún las remesas del mes de diciembre del 2021.
Dentro del plan de recuperación económica que indica el mandatario en su disertación, se refiere, entre otros puntos, al impulso a las exportaciones. Es muy recomendable que Guatemala tenga una política que privilegie las exportaciones, basándose en la competitividad. Sin embargo, dicha competitividad no puede lograrse por distorsiones en el tipo de cambio. El Banco Central, durante el 2021, ha tenido participaciones en el mercado cambiario para “acumulación de reservas” superiores a los 1,400 millones de dólares. Lo que ha provocado esta política cambiaria es devaluar artificialmente el tipo de cambio, ya que sin esta intervención del Banguat, el tipo de cambio debería rondar los 7 quetzales por dólar, inclusive menos, con lo que los precios de muchos productos importados, en cuenta los derivados de petróleo disminuirían. Hasta antes del 2018, el Banguat sólo podía participar en el mercado cambiario para amortiguar picos, sin influir en su tendencia. Hoy esa regla se ha desvirtuado en favor de lo que se llama “acumulación de reservas”, que no es más que una intervención estatal en el tipo de cambio.
Lo más lamentable de la participación del mandatario son sus flagrantes mentiras. Habla de haber logrado la reducción de un 40% del contrabando, cuando en medios guatemaltecos se ha publicado en 2021 que, según el Observatorio Contra el Contrabando de la Cámara de Alimentos y Bebidas, existe una percepción del 68% de los encuestados de que el índice de contrabando va en aumento. Habla también de la aprobación de una alianza público-privada para unir a Escuintla con Puerto Quetzal, pero omite el Presidente decir que dicha autopista ya existía desde mediados de los años 80 del siglo pasado (la construyó el gobierno de Vinicio Cerezo) y que su gobierno fue copartícipe de abandonarla para la aprobación de dicha ley. Escuintla y Puerto Quetzal no están incomunicados, como maliciosamente sugiere el Presidente.
El empoderamiento del Presidente, unido a su embriaguez de poder, nos va a pasar la factura en las próximas elecciones, tal como acaba de ocurrir en Honduras.