Emilio Matta

emiliomattasaravia@gmail.com

Esposo y padre. Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad Francisco Marroquín, MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, Certificado en Métodos de Pronósticos por Florida International University. 24 años de trayectoria profesional en las áreas de Operaciones, Logística y Finanzas en empresas industriales, comerciales y de servicios, empresario y columnista en La Hora.

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Emilio Matta Saravia
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Desde el gobierno anterior se ha venido hablando del bono demográfico y de la oportunidad que este representa para Guatemala. Se conoce como bono demográfico a un fenómeno que ocurre en un país en el que la que la población económicamente activa (las personas en edad de trabajar) es mayor a la población dependiente (menores de edad y mayores de 65 años), lo cual, se supone, abre las puertas para generar un importante crecimiento económico durante el periodo que dura dicho bono. Se estima que, para Guatemala, este periodo abarca del 2015 al 2050.

Tanto el comediante Jimmy Morales como Alejandro Giammattei han hecho referencia a esta ventana de oportunidad que el bono demográfico representa para Guatemala en sus vacíos discursos (dudo que supieran algo sobre lo que estaban leyendo). No es ser pesimista, pero como país ya vamos tarde para aprovechar esta oportunidad.

Me explico. El capital humano del país es uno de los factores clave para aprovechar el bono. Existe suficiente documentación en el internet donde uno puede comprobar que los casos de éxito en donde se explotó de mejor forma el bono demográfico para lograr una alta tasa de crecimiento económico durante periodos de tiempo prolongados (Corea del Sur, por ejemplo), fueron posibles debido a una importante inversión en capital humano que realizaron a nivel nación, no a nivel privado.

¿Qué sucede en Guatemala? En primer lugar, existen importantes déficits a nivel de nutrición, ya que 1 de cada 2 niños guatemaltecos padece desnutrición crónica infantil, a nivel de salud, ya que la desnutrición crónica detona otras enfermedades como la diabetes o la hipertensión, además de inhibir el desarrollo del potencial cognitivo de los niños, y a nivel educativo, debido a los bajos índices de escolaridad en el país, principalmente en las áreas rurales. Los déficits mencionados con anterioridad son una seria limitante para desarrollar y potenciar el capital humano guatemalteco. En Guatemala no han existido ni existen actualmente políticas públicas serias diseñadas específicamente para atacar estos déficits, principalmente el de la desnutrición crónica infantil. Prueba de ello es el incremento en casos de desnutrición aguda en niños. La supuesta cruzada nacional por la nutrición es solamente una treta propagandística más de este gobierno, la cual no puede presentar resultados cuantificables.

La carencia de mano de obra calificada (entiéndase por mano de obra calificada personas que poseen un grado académico a nivel universitario) deriva de los tres déficits anteriores y es uno de los motivos principales por los que se complica de sobremanera incrementar la sofisticación de las industrias que vienen a establecerse al país. Por el momento, el país que más provecho está sacando de nuestro bono demográfico es Estados Unidos, ya que la migración se está dando principalmente con los jóvenes. Las remesas que tanta oxigenación han dado a la economía nacional y a la microeconomía familiar son la más fehaciente prueba de la afirmación anterior.

Si en realidad este o el próximo gobierno se quieren poner serios para aprovechar, siquiera la cola del bono demográfico, deben centrar sus esfuerzos en diseñar y ejecutar verdaderas políticas públicas, no politiqueras, que trasciendan gobiernos, alrededor de la nutrición, la salud (incluyendo salubridad) y la educación. De esta forma tal vez seremos los guatemaltecos y no los gringos, quienes podamos aprovechar el bono demográfico.

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