Treinta años han transcurrido desde que se llevó a cabo la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing (China) durante la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, que buscaba promover la igualdad, el desarrollo y la paz para todas las mujeres del mundo; haciendo realidad los derechos de las mujeres; celebrada del 4 al 15 de septiembre de 1995, en el 50 aniversario de la fundación de las Naciones Unidas
En las vísperas del aniversario, ONU Mujeres Guatemala en colaboración con el Sistema de Naciones Unidas, llevó a cabo un evento denominado Cambiando historias creando futuro.
Llamó mucho la atención que al mismo asistieron mujeres y hombres, además de niñas de educación primaria de la Escuela Dolores Bedoya de Molina y adolescentes de educación básica de la Casa Central.
Los asistentes tuvieron la oportunidad de escuchar a mujeres mayores hablar sobre su lucha por llegar a ocupar puestos de dirigencia e incidencia, pero también a jóvenes menores de 30 años que en la actualidad están como influencers transmitiendo la historia de las mujeres, su lucha por la vida en distintos campos, e invitando a eliminar la violencia familiar, cambiándola por diálogo y respeto a la mujer niña, adolescente madre, hermana, esposa, compañera de trabajo…
Y por supuesto se planteó que el 8 de marzo, no es una fiesta, es una fecha para reflexionar sobre los logros alcanzados por las mujeres, desde el derecho al estudio, al voto a ser electas, a soñar y elegir qué desean hacer con su vida, sin la presión familiar por casarse y tener una familia.
Lo que también es una opción, de servicio y trabajo. En esta fecha se habla de las mujeres que laboran en empresas e instituciones, en maquilas o como dependientes de almacenes, secretarias, las que se dedican a limpieza de los hogares y por supuesto a las enfermeras y comadronas. Que dicho sea de paso, ONU Mujeres Guatemala y el Sistema de Naciones Unidas reconocieron con el primer lugar en la categoría de inclusión y bienestar de las mujeres a las Técnicas Universitarias en Partería.
Quizás sea el momento de reconocer también el trabajo de las mujeres amas de casa. Las que llevan sobre sus hombros la responsabilidad de la administración del hogar y la familia, del tiempo, de los recursos, de la ropa limpia y la comida caliente y la formación de la nueva generación que guiará los destinos del país.
Mujeres que vivieron cuando nació la ONU, cuyas opciones estaban casi limitadas a casarse y tener una familia. Algo que mi madre Lina Muñoz llevó a cabo cumpliendo con las normas que en ese momento marcaba la sociedad, pese a ser secretaria y enfermera, al casarse debió abandonar la ruta de labores fuera del hogar y dedicarse, como dicen ahora, 24/7 a mantener limpia la casa, lavada y planchada la ropa, criar y educar a 9 hijos, los que le devolvieron un título universitario para sentirse satisfecha de su trabajo como madre.
En esa época las mujeres al casarse pasaban del dominio paterno al dominio del esposo, quien era el encargado de llevar el dinero para el mantenimiento de la familia. No estaba bien visto que una mujer casada trabajara y menos en espacios donde debía convivir con hombres. Las críticas y los malos juicios estaban en boca de todos, por lo que mi madre nos decía: No basta ser, hay que parecer.
En ese entonces y hasta agosto de 2017 cuando el Congreso aprobó el decreto 13-2017, las adolescentes eran dadas en matrimonio por sus padres, incluso a hombres mayores. De esto hace sólo 7 años, la propuesta fue respaldada por 93 diputados y prácticamente rechazada por 65.
En la actualidad y luego de más de estos 30 años las mujeres han ido abriéndose espacios, en las carreras universitarias en trabajos que antes eran sólo para hombres, en el arte, la política, la ciencia y la tecnología, lo que no ha sido fácil, pero las mujeres continuamos aprendiendo a valorarnos, honrarnos y amarnos.
El evento de hace dos días al que asistió la vice presidenta, doctora Karin Herrera resaltando durante su participación la importancia de la educación y la fortaleza para perseguir los sueños, propuso promover el compromiso colectivo hacia la igualdad de género y derechos humanos de las mujeres, abordando logros y avances históricos, la búsqueda de oportunidades; así como desafíos persistentes, como la violación, la trata de personas, la discriminación, las críticas, salarios más bajos que los de sus pares, pocas opciones a puestos de toma de decisiones.
Al inicio de esta semana falleció Rosa María Arévalo, una mujer mayor, que tuvo que acoplarse a los mandatos sociales, convirtiéndose en trabajadora de su hogar, y cuidadora de su familia. Condolencias para su hija y el resto de su familia. ¡Que su alma descanse en paz¡