No me recuerdes ausente. No me busques en el olvido. Búscame dentro tuyo que allí estaré contigo.
Mario Bendetti
Este día, desde muy temprano, las personas salieron de sus casas para visitar los panteones. Allí donde yace el cuerpo de quien en vida fue el ser más querido. En la mayoría de los casos.
Y me parece creíble, lo que escuche al pasar, “al que en vida no visitaron, al que en vida no llamaron ni ayudaron”. Hoy le regalan flores a su tumba”. Muchos lo hacen como una manera de tener su última morada limpia y bonita, por aquello de que por la noche se levante y mire su casa limpia y floreada (como cuentan las leyendas). Otros, por costumbre, o por remordimiento.
No importa, al final la persona que yace allí lo único que siempre quiso fue ser amada y comprendida y si ahora o en una semana o en tres meses o más aún, es recordada y su legado resguardado para todos, creo que podrá descansar en paz.
Mi amiga Leticia me escribió:
Para este día no tengo flores ni altar, no prenderé velas ni haré oraciones, de hecho no tengo muertos en la familia, tengo personas que se han ido, pero que su sangre fluye por mis venas, que siguen aquí, conmigo, en mis recuerdos.
No habrá calaveras ni flores, tan solo festejos por haber convivido con personas valiosas que solo se adelantaron a la presencia de DIOS.
Para este día no tengo lágrimas, tengo agradecimiento, no hay tristezas (un poquito de nostalgia) solo recuerdos, si algo yace en mis sepulcros familiares son evidencias de quienes aún dan vida a mi vida con su legado.
No usaré este día para meditar sobre la muerte, agradeceré la oportunidad de la vida, en mi casa todos son bienvenidos, sobre todo los recuerdos de las personas que ya no están físicamente.
Para este Día de Muertos no adornaré la casa con motivos fúnebres, abriré mis cortinas para que la bendición del sol entre y acaricie mi vida.
Para este Día de Muertos hablaré directamente con DIOS para pedirle por mis vivos.
Para este día y para el resto de mis días, pensaré en la muerte para valorar la vida, mi ofrenda será tratar de ser mejor y mi incienso una sonrisa sincera para los demás.
Para este Día de Muertos abrazaré aquellos que tienen muerta la esperanza, que han perdido la paz o se les murió la fe.
Para este día tengo tantas gracias que dar, un réquiem a mi tristeza y un epitafio en mi puerta que diga:
“Aquí yace y vive una persona que no quiere morir en vida
Y es que cuántas personas, o seguimos muriendo en vida, en soledad, en tristeza o con falta de amor Porque la psicología dice que si el duelo dura más de un año es patológico. Bueno, yo creo que el duelo por un ser querido que ya no está entre nosotros, sino dentro de nosotros durará la vida entera.
Nos ayudará a darnos cuenta en qué nos equivocamos y a qué le acertamos y guardaremos estos últimos recuerdos como el tesoro más grande de nuestra vida.
No necesitamos visitar el cementerio cuando todos lo hacen, ni mirar sus fotografías, solo dejar salir de nosotros un poco de lo que nos dejaron para continuar su legado.
Como lo servicial de mi hijo, Diego Daniel, lo agradecido que era y su permanente sonrisa que todos los que lo conocieron no podrán olvidar.
En el día de los Santos, descansen en paz y en la previa del día de difuntos, pues a los que les toca, también. Paz a sus familias y dejen salir las virtudes de ese ser que ya no ven, pero vive dentro de cada uno.