Edith González

hedithgonzalezm@gmail.com

Nací a mediados del siglo XX en la capital, me gradué de maestra y licenciada en educación. He trabajado en la docencia y como promotora cultural, por influencia de mi esposo me gradué de periodista. Escribo desde los años ¨90 temas de la vida diaria. Tengo 2 hijos, me gusta conocer, el pepián, la marimba, y las tradiciones de mi país.

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Alguna vez habremos escuchado, déjate llevar por tus emociones.  O no permitas que te gobiernen.

La verdad es más complicada que eso, porque las emociones forman parte de nuestro ser como personas.

Las emociones simplemente es la forma en que reaccionamos naturalmente a lo que ocurre a nuestro alrededor. Claro que algunas de ellas estarán marcadas por la educación, la tradición, la familia.

Hay muchas personas que  llevan una carga emocional, un trauma o una experiencia negativa que han vivido en la vida y que les pesa en la mente y a veces hasta se refleja en su forma de comportarse, afectando así incluso la forma en que nos vemos a nosotros mismos,  la forma en que respondemos al estrés, a nuestras relaciones e incluso a nuestra salud física.

Convirtiéndose  en ocasiones en  una carga tan pesada que nos envuelve en una especie de prisión de emociones negativas que se convierten en un laberinto  del que no encontramos la salida. Pero si podemos sentir esa emoción atrapada incluso en un lugar específico del cuerpo, sin que siquiera lo sepamos.

Antes de continuar es importante saber que las emociones no son positivas ni negativas, Lo es la manera en la que las expresamos.

En los últimos años, se han publicado varios estudios que demuestra como la mente y el cuerpo son uno mismo, a la hora de enfermar, de sentir, de vivir. Un ejemplo clásico es el miedo. Al experimentarlo como una emoción, tu cuerpo puede: paralizarse, huir o enfrentar

“En su libro «El código de la emoción», el Dr. Bradley Nelson describe tres cosas que suceden cuando experimentamos emociones: 1. Desarrollamos una frecuencia emocional. 2. Experimentamos la emoción y todos los pensamientos y sensaciones físicas que la acompañan. 3. Procesamos la emoción y seguimos adelante.”

Como constantemente procesamos emociones, constantemente habrán respuestas a ellas. Sin embargo, si una emoción se considera inadecuada y queda atrapada entre las etapas antes mencionadas,  la energía emocional queda atrapada en el cuerpo y, como resultado, experimentamos respuestas físicas como músculos tensos, dolor y otros problemas. Es o que los psicólogos llaman autosabotaje.

La mayoría de personas al rededor del mundo  (no importando su edad)  ha experimentado un evento traumático, que surge como resultado de la ruptura de una relación, cambios significativos, enfermedad grave, la muerte de un ser querido, pérdida del empleo, discriminación, violencia…

En 2013 ingenieros biomédicos finlandeses consultaron a 700 personas dónde sentían  mayor  o menor  sensación durante la experiencia de emociones fuertes, y este fue el resultado: “la intensidad de la emoción afecta la intensidad de su sensación en el cuerpo, y también categorizaron las emociones en cinco grupos: Negativas: como el estrés, la ira y la vergüenza Positivas: como la alegría, el amor y el orgullo Cognitivas: como la atención y la percepción.

Las emociones afectan físicamente al cuerpo. Y las que no procesamos y quedan atrapadas  se reflejan en nuestra postura, si estamos felices estaremos erguidos, pero si tenemos pesar  nos encontraremos encorvados.

¿Y qué ocurre cuando escondemos nuestras emociones y dolor? Un estudio de 2019 demostró  que  conduce a una disminución del sistema inmunológico

Pero podemos librarnos de ese peso que llevamos

  1. Reconociendo  tus emociones, intentando comprenderlas.
  2. Procesa el trauma experimentado. (Abuso físico, emocional o sexual, negligencia, pérdida, Bullying, crecer en un hogar disfuncional Primero deberemos permitirnos sentir y procesar el dolor desarrollando estrategias que nos ayuden a crecer como adultos sanos.
  3. Exploración de la sombra, esa parte de nuestra personalidad que nos negamos a aceptar, muchas veces por vergüenza o por un sentimiento de inadecuación, y por ello las reprimimos.
  4. Movimiento voluntario acudiendo a un psicoterapeuta.
  5. Practicar la quietud a través de la meditación.
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