A pocos días de llegar al final del primer cuarto de siglo del siglo XXI, el nuevo siglo. Estamos viendo cómo la vida ha cambiado. Las familias no son lo que eran, ni en número, ni en sociabilidad. Todos tienen prisa, los horarios son distintos, los tiempos de comida ya no son las reuniones familiares, sobre la mesa. Y queramos aceptarlo o no dentro o fuera del sistema oficial de educación, esta ha cambiado, desde el interior y desde el exterior, los docentes están poco preparados para recibir alumnos, que con tocar un botoncito pueden darle a la maestra una lección completa sobre lo que ella pretende explicar.
Y si hablamos de niveles más bajos de educación podremos conocer que ahora todas las mamás incluso o especialmente las del sector público deben tener un teléfono con WhatsApp, para que la maestra de párvulos le indique qué manualidad debe ayudar a su hijo o hija a realizar en casa, lo que termina siendo una tarea para los padres o un desembolso adicional, pues al no tener el tiempo o conseguir los materiales requeridos, acuden a una madre que se ofrece hacer las manualidades a cambio de una paga. Y, pues el niño que se esmeró en hacer su tarea terminará teniendo la nota más baja contra la del que los padres pagaron porque se la hicieran. Y aprender manualidades, pues parece que no sirve, ya ni es importante, por eso ahora los jóvenes esposos contratan plomeros, electricistas y otros, ya que de eso no saben nada.
Pero quizás el cambio más notable está relacionado con la salud mental.
El cerro podía caerse y dejar enterrada una población completa, o media a donde acudían los bomberos, la Cruz Roja, Conred y otras instituciones a llevar alimentos, frazadas y distracción para los niños.
Sin embargo, la última tragedia mundial provocada por el COVID-19 ha dado paso a que estas mismas instituciones y otras se preparen en Primeros Auxilios Psicológicos. Un conocimiento que no requiere psicólogos, sino personas que puedan y sepan tomar decisiones asertivas, atender a las personas en sus necesidades emocionales, como hablar con los familiares para informar sobre estados de salud, controlar, calmar y dirigir la mente del afectado hacia pensamientos más racionalmente inmediatos, como dónde pasar la noche, a quién buscar entre los escombros. Además de elaborar listados de heridos y/o desaparecidos para buscarles, para informar a las autoridades. Sentarse al lado del afectado y escucharle, sin prometer lo que no se sabe si se podrá cumplir o no.
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Así, la normalización de la salud mental, que hasta hace unos años, lo considerábamos un tabú, lo prohibido, porque prácticamente nadie hablaba sobre sus problemas emocionales de manera abierta porque nos hacía ver como raros. Ahora, cada vez se habla más de la importancia de cuidar nuestro bienestar emocional y eso ha permitido romper ese estigma que siempre había estado presente. “Marcando reflexiones en las nuevas generaciones, permitiendo reflexionar sobre patrones y dinámicas nocivas que hasta ahora se venían normalizando. Cómo sentirse dueño de la esposa y/o de los hijos, obligándoles a estudiar lo que no querían. Ayudados por las redes sociales, por voces que se levantan y expresan, las nuevas generaciones están tomando más conciencia de la salud mental y la importancia de mantenerla y/o recuperarla».
”Plataformas como TikTok o Instagram están plagadas de videos donde jóvenes buscan concienciar acerca de la salud mental a través de sus propios testimonios. Y no solo eso, también son innumerables los perfiles de profesionales de la salud mental que tratan de brindar psicoeducación mediante historias y carruseles, un formato más atractivo para el público general“.
Tampoco se trata de patologizar a las personas, ponerles etiquetas o autoimponérselas y convertirse en irresponsables amparados en ello.
Hablar de salud mental ha supuesto un punto de inflexión clave para el bienestar de la población, especialmente luego de más de dos años de encierro, pérdida de trabajos, de familia y amigos. Pero lo importante es encontrar un profesional de la psicología, preparado y experimentado, que pueda guiarnos y ayudarnos también a entender la nueva vida.
Por ello, los psicólogos del Hospital de Policía Nacional Civil y personal de Servicios Médicos, continúan moviéndose hacia las distintas comisarías dentro del país. Este 10 de septiembre estarán en Cobán, Alta Verapaz, llevando el mensaje del valor de la vida y la importancia de cuidar la salud física y la salud mental.