Edith González

hedithgonzalezm@gmail.com

Nací a mediados del siglo XX en la capital, me gradué de maestra y licenciada en educación. He trabajado en la docencia y como promotora cultural, por influencia de mi esposo me gradué de periodista. Escribo desde los años ¨90 temas de la vida diaria. Tengo 2 hijos, me gusta conocer, el pepián, la marimba, y las tradiciones de mi país.

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Una amiga me contó hace mucho tiempo que la madre de una niña concursante para reina de independencia, durante el desfile del 15 de septiembre, regalaba pastel y refresco a los votantes.

También hemos conocido de niñas que invitan a celebrar su reinado, si llegara a ser realidad, en unas piscinas, incluyendo almuerzo y transporte.

Lo que nos deja ver que los padres estamos decididos a todo, con tal de que nuestros hijos sobresalgan.

Querer que mi hijo sea popular, el presidente de la clase, el que porte la bandera en los actos, no es algo malo; siempre y cuando yo le enseñe a ganárserlo en buena lid. No comprando votos y voluntades.

Esta práctica, sucia y desleal se ha difundido a través de los partidos políticos, cuyos candidatos y /o miembros ofrecen láminas, palanganas, palas, ollas y todo lo que se les pueda ocurrir o lleguen a recibir de sus allegados, con tal de convencer, comprar, el voto a su favor.

Así es recordada la frase del General Ríos Montt en campaña que decía: reciban todo lo que les den, el voto es secreto, ustedes pueden votar por mí sin ningún compromiso.

Aún así he platicado con personas que pese a recibir lo que les dan a sabiendas que están comprando su voluntad, luego de recibirlo les entra una luz de moral y dicen deber de votar por quien les dio algo que para ellas significó sellar un compromiso.

Las elecciones presidenciales prohíben propagada 48 horas antes de las votaciones, pero los 24 que elegirán candidatos a magistrados de la Corte Suprema de Justicia y Corte de Apelaciones recibieron regalos en la puerta del recinto de votación.

Algo que nadie ha podido comprobar, pero que todos lo sabemos es el famoso “baile de los sobres bajo la mesa” refiriéndose a la compra directa que un personaje hace del voto de un diputado, alcalde y hasta de un rector universitario.

Y quien se sienta aludido pues será mejor que baje la cabeza, porque son hechos y personajes conocidos por todos.

Para muestra un botón, dice el dicho: Diario La Hora, publicó como desde días anteriores a las elecciones de los 24 representantes del Colegio de Abogados y Notarios ante las Comisiones de Postulación que elegirán candidatos a magistrados de la Corte Suprema de Justicia y Corte de Apelaciones se ha visto cómo se reparten desde llaveros hasta vales para ir a comer con la familia o amigos.

Por supuesto no faltaron los lapiceros y hasta las leyes con el símbolo de la planilla por el cual debería de elegir y votar luego de recibirlos y sellar su compromiso como, una persona responsable y un profesional que honra su profesión.

Y claro en esta ocasión no había solo pastel y refresco sino un plato completo de comida, la cual a muchos engordará sin el más mínimo ápice de vergüenza. Y por qué dirán si es lo que siempre se ha hecho, lo que se acostumbra y bueno en derecho la costumbre se va volviendo ley.

Pero seguro que habrá más de uno que se sentirán indigestados, porque tragaron más de lo que podían soportar, porque se vendieron por un lapicero.

Aunque como alguien dijo una vez. La vergüenza pasa, pero el dinero queda. Y así cada vez tenemos más sinvergüenzas en nuestro país, viviendo en grandes mansiones y viajado con la familia al extranjero, sino es que a visitar a los hijos a los que algunos prefieren tener lejos para que no conozcan las dos caras de la moral de la familia y otros cerca para que aprendan el negocio.

Y como alguien publicó: cambiamos presidente, pero si no cambiamos nosotros, todo seguirá igual y si no, léalo usted y véalo en los noticieros y escúchelo en los radioperiódicos.

Al final la crónica queda guardada en los archivos y la mente de los ciudadanos y la historia queda para cuando las futuras generaciones, pretendan pertenecer a familias nobles e íntegras que al estilo de los narcos que lavan su dinero los políticos ensucian y anulan su conciencia.

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