Edith González

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Nací a mediados del siglo XX en la capital, me gradué de maestra y licenciada en educación. He trabajado en la docencia y como promotora cultural, por influencia de mi esposo me gradué de periodista. Escribo desde los años ¨90 temas de la vida diaria. Tengo 2 hijos, me gusta conocer, el pepián, la marimba, y las tradiciones de mi país.

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Allí estaba yo sentada. Observando quién entraba o salía; todo a mi alrededor. Quizás porque hace ya un tiempo dejé de salir más que para el trabajo y lo indispensable con mi hijo Andrés Alejandro, a quien dicho sea de paso, como dicen, le doblo la edad.

La ropa, los peinados, los zapatos, todo me llamaba la curiosidad y esperaba con interés escuchar a las participantes en la plática sobre el empoderamiento de las mujeres en esta nueva sociedad.

Algo de lo que las participantes de ONU MUJERES en el evento conocían muy bien. Una de ellas Michelle Bachelet, Presidenta de la República de Chile, Alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Directora ejecutiva de ONU Mujeres, expresó más o menos: necesitamos que las mujeres se animen a conocer de política, a organizarse, a integrarse a los partidos, a ser nominadas y votadas, expresó.

Eso puede llevarnos a la paridad en los puestos de decisión. Y al respecto algo que tenemos que entender es que las mujeres y los hombres vivimos en el mismo espacio, pero vemos las situaciones de distinta manera, proyectamos de formas diferentes, y es precisamente allí en la diferencia y en el respeto mutuo donde podremos construir una mejor sociedad, con participación comunitaria en general, con exposición de las necesidades y las soluciones para ello, con una visión de mujer, de madre, formadora, de abuela cuidadora y de profesional especializada.

El presidente Bernardo Arévalo, en este sentido, ha dado un gran paso, no solo al llevar a una mujer como su compañera de fórmula, sino al darle su espacio para desarrollar su propio trabajo, sus proyectos y sus mejores anhelos para los guatemaltecos y guatemaltecas.

“El Informe global sobre la brecha de género de 2024, publicado recientemente, revela que el mundo ha cerrado el 68,5% de la brecha de género. Sin embargo, al ritmo actual se necesitarán otros 134 años –el equivalente a cinco generaciones– para alcanzar la plena paridad entre hombres y mujeres”. Algo que ninguno de nosotros vería.

La directora general del Foro Económico Mundial, Saadia Zahidi, fue contundente al declarar: «ha llegado el momento de actuar con decisión empezando por renovar el compromiso mundial para alcanzar la paridad de género, especialmente en las esferas económica y política. No podemos esperar hasta 2158 para lograrlo».

Y si bien es cierto, la representación femenina ha aumentado en la esfera política, algunas aún arrastran los vicios del pasado, y los puestos de alto nivel continúan inaccesibles para las mujeres en todo el mundo.

“El Informe global sobre la brecha de género, en su decimoctava edición, compara la evolución de las brechas de género en las áreas de participación económica, logros educativos, salud y supervivencia, y empoderamiento político. La disminución de la representación femenina a medida que se asciende desde los niveles jerárquicos más bajos hasta los puestos directivos se observa en todos los sectores».

 

Para este 2024 el empoderamiento político, la salud y la supervivencia avanzaron levemente y los logros educativos experimentaron un pequeño descenso, lo que podría tener que ver con la Pandemia del COVID. Cuya influencia en los sectores económicos y laborales seguiremos viviendo.

Hay países como el nuestro donde los avances en paridad de género dan pasos adelante. “La región de América Latina y el Caribe alcanzó una puntuación global de paridad de género del 74,2%, así como su puntuación de paridad económica más alta hasta la fecha (65,7%), impulsada por una fuerte paridad en la tasa de participación en la población activa y en las funciones profesionales, y la segunda puntuación regional más alta en el apartado del empoderamiento político (34%). Este caso de éxito observado en América Latina puede servir de modelo para otras regiones”.

Varias economías individuales han progresado de manera significativa, y los seis países que más han mejorado han ascendido más de 20 puestos en la clasificación, así Guatemala ascendió: +32, del puesto que ocupara en el pasado.

Y precisamente tiene mucho que ver con que las mujeres  saben echar el hombro, saben sacar la tarea y han buscado desarrollar emprendimientos para sacar a su familia adelante. Cosen, cocinan, venden, limpian, cuidan, acompañan y cada vez las aulas cuentan con más mujeres que se preparan para ser enfermeras, doctoras, ingenieras, administradoras, educadoras y más.

Las mujeres representan el 42% de la mano de obra mundial y ocupan el 31,7% de los altos cargos. Otros factores, como las brechas de género, marcadas por el machismo y falsas ideas sobre lo que una mujer puede o no hacer, en las redes profesionales y las responsabilidades asistenciales, frenan el progreso económico de las mujeres. Es esencial llevar a cabo intervenciones específicas para salvar esta brecha y garantizar un acceso equitativo al aprendizaje de las tecnologías emergentes. «Los empresarios deben asegurarse de aplicar la perspectiva de género a su enfoque de la mejora de las cualificaciones para crear el lugar de trabajo del futuro de forma justa y equitativa».

No se trata de arrebatar el poder, sino de prepararse para participar en los puestos, que estos sean otorgados y las voces de las mujeres escuchadas, para lograr también una sociedad más paritaria y menos corrupta antes que desaparezcamos.

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