Edith González

hedithgonzalezm@gmail.com

Nací a mediados del siglo XX en la capital, me gradué de maestra y licenciada en educación. He trabajado en la docencia y como promotora cultural, por influencia de mi esposo me gradué de periodista. Escribo desde los años ¨90 temas de la vida diaria. Tengo 2 hijos, me gusta conocer, el pepián, la marimba, y las tradiciones de mi país.

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Estos términos parecerían ser parte de la humanidad desde sus inicios. Leemos en la biblia, lo vemos en las pinturas rupestres de hace 65 mil años, donde nos muestran animales y personas, la fertilidad de las mujeres y la caza de los varones. Claro nos muestran hechos de la vida diaria, que con el paso del tiempo fueron tomando distancia y espacios de superioridad.

Tan sólo a inicios del siglo pasado en nuestro país no era raro que un hombre con ciertos recursos tuviera más de una familia, lo que en algunos casos dio lugar a situaciones más que bochornosas. Cuando los novios o ya esposos se enteraron que eran hermanos.

Y sin ir muy lejos a finales de mediados de siglo todavía los patronos de las fincas y haciendas hacían uso “del mal llamado derecho de la pernada”. Lo que según ellos les daba derecho como patrón a tener relaciones con la joven hija del jornalero.

Siendo así que de repente encontramos muchos hijos no sin padre, sino no reconocidos por su padre irresponsable, que se dejó llevar por las costumbres sin considerar las situaciones de las jóvenes.

Y muchos niños y jóvenes que fueron agraviados, humillados, insultados, y foco de burlas por no tener dos apellidos, incluso llegó a inscribírseles como hijos de padres desconocidos.

En septiembre de 2009 hace muy pocos años se desató en Renap una discusión sobre el orden de los apellidos a colocar en el momento de inscribir a un niño, lo que concluyó: que se ha colocado por años el apellido del padre como privilegio o una forma más de patriarcado, pero que los padres tenían el derecho de elegir el orden.

Y aun ahora, a punto de llegar a la cuarta parte del siglo XXI la igualdad de género sigue siendo una sombra que amenaza la equidad y la justicia social.

Las mujeres han tomado la decisión de acudir a las aulas muchas veces a costa de grandes sacrificios e incluso en escondidas de sus parejas o padres, como yo lo he podido comprobar, buscando la superación negada.

Sino recordemos como, no hace muchos años, las escuelas del segundo nivel de primaria doblaban el número de niños, sobre las niñas. Aduciendo los padres que ellas se casarían y el marido debía mantenerlas. Así también conocimos muchas mujeres abandonadas por el marido quien dejándolas con hijos, decidió ir a formar otro hogar.

Podemos ver en los empleos cómo las mujeres son discriminadas y/o acosadas, lo que no ocurre sólo en las fábricas, sino en los consultorios y universidades.

Es necesario poner fin a esta segregación abusiva, poner fin a la violencia contra las mujeres, que al final de cuentas representa una cuestión de derechos humanos y una responsabilidad social compartida, dice ONU Mujeres en el cumplimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible 5 (ODS 5): lograr la igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y niñas, en línea con los 10 principios del Pacto Mundial de las Naciones Unidas.

Construyendo una sociedad libre de violencia, fomentando la armonía, la confianza y la cooperación entre sus miembros. Promoviendo la plena participación de las mujeres en el ámbito laboral, lo que contribuye al crecimiento económico y al desarrollo sostenible. Mejorando las condiciones de salud en la sociedad en su conjunto. Reduciendo la carga de enfermedades de las mujeres y los costos asociados. Porque poner fin a esta violencia es esencial para avanzar hacia la igualdad de género, lo que beneficia a toda la sociedad al promover un equilibrio más justo y equitativo entre hombres y mujeres.

Un paso dado por el nuevo presidente Bernardo Arévalo, al conformar un gabinete igualitario en número de mujeres y hombres, lo que no significa ver quién es mejor o se desarrolla mejor.

Si no, cómo todos podemos ayudarnos para provocar cambios positivos para nuestro país.

Ni debe significar igualar la segregación, pues el sexo determinará diferencias biológicas y el aporte para procrear, pero no la inteligencia para hacerlo o conducir un Ministerio, esto será dado por los estudios, las experiencias y el desarrollo de proyectos positivos para los guatemaltecos.

Sin embargo, es un paso importante, como un ejemplo a seguir, brindando oportunidades de acuerdo a las capacidades de las mujeres, o de los hombres.

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