Edith González

hedithgonzalezm@gmail.com

Nací a mediados del siglo XX en la capital, me gradué de maestra y licenciada en educación. He trabajado en la docencia y como promotora cultural, por influencia de mi esposo me gradué de periodista. Escribo desde los años ¨90 temas de la vida diaria. Tengo 2 hijos, me gusta conocer, el pepián, la marimba, y las tradiciones de mi país.

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El título hace referencia a un artículo que leí y me pareció muy interesante porque supuestamente en esta “aldea global” supercomunicada por la tecnología vemos, escuchamos y sentimos “la fragmentación actual de los lazos sociales” y como estos están fomentando un sentimiento de soledad que limita la vida de las personas, las que no están solas pero, se sienten solas. Y esto tiene que ver con muchos aspectos uno de ellos es la invención de preferible calidad que cantidad de tiempo. Y entonces los hijos ahora visitan a los padres todo un día al mes o al fin de semana, pero no llaman, escriben o mandan una foto o aunque sea un meme. Esa intensidad del fin de semana puede volverse hasta molesta al tener que atender a otras personas dos o tres tiempos de comida. Estar presentes todo el tiempo, sin poder retirarse a descansar y en muchos casos escuchar las riñas de los niños o de las parejas y hasta aguantar la bebida por no discutir y alejar más a los hijos.

En la mayoría de casos la soledad está relacionada con el vacío y la tristeza, causa temor y desesperación, y es acá donde los psicólogos hablan del nido vacío, cuando los hijos se van de la casa, cuando se pierde a la pareja, por fallecimiento o separación.

Y a la vez aconsejan empezar, cualquier momento es bueno, a desarrollar una afición que ocupe el tiempo y presente un motivo que lleve a una acción, una motivación. Jardinería, tejido, lectura, escribir poemas, aprender otro idioma, tocar un instrumento, hacer carpintería, que puede desarrollarse en un curso libre en una academia privada o en las Escuelas de la Municipalidad, el INTECAP e incluso de las iglesias.

Allí se puede además relacionarse con otras personas, de su edad o no, compartir anécdotas y hasta una taza de café, hacer amistades y formar una red de apoyo.

De la que también nos hablan los psicólogos. Un grupo de personas con las que nos relacionamos, nos conocemos, compartimos y nos apoyamos.

Nos confiamos penas, comunicamos alegrías y eso, precisamente, nos apoyamos. Si mi amiga de mi red de apoyo está enferma puedo hacer algo por ella, llevarle comida, limpiarle la casa, llevarla al hospital, acompañarla a una reunión. De eso exactamente hablan los psicólogos y los paliativistas, los consejeros y los capellanes.

Así que quizás sea el momento de pensar más allá de mi familia, quien puede formar mi red de apoyo. ¿Con quién puedo contar?

Y claro es importante distinguir entre estar solo y sentirse solo. Hay muchas personas que aprecian vivir solos, sin que ello signifique vivir en soledad. Hay otras personas que aunque rodeados de quienes dicen estar con ellos, se sienten solos.

Las personas hemos aprendido a organizar la vida entorno a relaciones interpersonales. Eso lleva a que, en gran parte, nuestras conductas hábitos y hasta las creencias estén configuradas por la vida con los otros.

No es lo mismo “estar solo” que “sentirse solo”, como tampoco tener muchos amigos significa no estar solo. Lo que cuenta en todo esto es la intensidad y satisfacción en la relación con los demás.

OFRECE TU AMISTAD SINCERA Y AGRADECE LA QUE RECIBES, CREA REDES DE APOYO.

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