Edith González

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Nací a mediados del siglo XX en la capital, me gradué de maestra y licenciada en educación. He trabajado en la docencia y como promotora cultural, por influencia de mi esposo me gradué de periodista. Escribo desde los años ¨90 temas de la vida diaria. Tengo 2 hijos, me gusta conocer, el pepián, la marimba, y las tradiciones de mi país.

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Edith González

La magia para tener fuerzas en los nuevos comienzos es verdaderamente la más poderosa de todas.

Las personas hemos a lo largo de la historia buscado cerrar ciclos, y me parece que es así como llegamos con tanta emoción a celebrar el final de un año calendario y el inicio de otro.

Hoy es la noche vieja, y a través de ritos, costumbres y hábitos buscamos dejar atrás un año y entrar con paso firme al año que inicia.

Feliz Año Nuevo, en español; Happy New Year! en inglés; Buon anno! en italiano; Bonne Année, en francés, Frohes neues Jahr, en alemán. Utz alaxi’ bal, en k´iche. Y aunque no se conozca exactamente el número de idiomas hablados en el mundo un estudio reciente del Washington Post, calcula que son unas 7,100, lo que nos deja con esa enorme cantidad de formas de decir Feliz Año Nuevo.

Empezaremos a escuchar hablar sobre los propósitos a cumplir en este ciclo que iniciamos, bajar de peso, dormir más, hacer más ejercicio, conseguir un mejor trabajo, mejorar mi carácter, dejar de fumar… Todo se vale cuando de propósitos se habla, aunque en un par de meses, semanas o días los habremos olvidado.

Lo importante es la celebración, especialmente de este año, el tercero que vivimos en pandemia, y cuando en el mundo se dieron hechos que nos conmocionaron, como la rígida política de confinamiento que impuso Xi Jinping a los chinos a estar encerrados en sus casas, buscando Covid cero y la apertura que está provocando según noticias internacionales la muerte de 9 mil personas diarias en ese país.

Por supuesto difícilmente olvidaremos las terribles imágenes de la devastadora invasión de Rusia a Ucrania y el triunfo de Argentina al obtener la Copa Mundial en Qatar.

Tampoco podremos olvidar a los miles de guatemaltecos, que fallecieron este año por el Covid, o de forma violenta en accidentes de tránsito o en asaltos, riñas callejeras o de enfermedad común.

Por mi parte elevaré una oración y encenderé un par de velas, una por mi esposo Ricardo Gatica Trejo, destacado periodista que dejó su huella en su familia y amigos, en las aulas universitarias, en la historia del periodismo de este país y de ello un testimonio en sus obras. Textos que narran sucesos de la historia de este país en forma de crónicas, como: Terremoto del 76, Stan crónica de una tragedia, Los Nueve Días del Mitch.

Y por mi hijo Diego Daniel, un joven valiente y amoroso que vivió durante 27 años las secuelas de la mala praxis de médicos irresponsables, Mauricio O´Connell y Ricardo Muñoz. Y falleció a los 36 años de vida, dejando un legado de amor, amistad, y gratitud entre todas las personas que tuvieron la suerte de conocerle y compartir con él.

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