Edith González

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Nací a mediados del siglo XX en la capital, me gradué de maestra y licenciada en educación. He trabajado en la docencia y como promotora cultural, por influencia de mi esposo me gradué de periodista. Escribo desde los años ¨90 temas de la vida diaria. Tengo 2 hijos, me gusta conocer, el pepián, la marimba, y las tradiciones de mi país.

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Edith González

Si este movimiento de  delatores anónimos se lleva a cabo, muchas vidas de  inocentes pueden quedar arruinadas, no digamos sus  familias y amigos.

Desde los inicios de la humanidad, el ser humano ha buscado el poder. Lo que le proporciona la riqueza y el control.   Así  los padres sacan de la casa al hijo rebelde que no les hace caso. El maestro retira de la clase al alumno que no quiere seguir sus reglas, el esposo amenaza a la esposa con no darle dinero sino hace las cosas como él quiere.

Y en esa lucha de poder  dicen que: “A fines del  siglo XIII,  Guillermine de Bohemia planteó crear una iglesia de mujeres. Quizás podríamos tener también una iglesia solo de jóvenes”.

Más adelante, las mujeres exigieron mejores condiciones de trabajo y mejores salarios, lo que no era mejor que  el de los hombres, sino sólo tratar de trabajar y ganar lo mismo que un hombre por un mismo trabajo desempeñado.   Y surgen los primeros movimientos feministas de nuestra época.

Dice Laura Asturias: “Históricamente, el feminismo constituye un hito revolucionario al plantear cambios estructurales en el funcionamiento de la sociedad y en las relaciones humanas, en el ámbito familiar, a nivel laboral, en la participación política, en los espacios de la intimidad”.

Logrando el derecho al voto, a la alfabetización, estudios universitarios, trabajos  que estaban dedicados solo a los hombres y la inclusión en espacios sociales.  Los que a mi punto de vista se ven empañados cuando las jovencitas  o maduritas se sobrepasan con la bebida considerando que “si el hombre lo hace ellas también tienen derecho. Lo que no analizan es que beber alcohol  hasta emborracharse y exponerse a una violación, no es un derecho del hombre, como tampoco de la  mujer”.

Y añade: “el movimiento de mujeres en Guatemala lucha por una transformación profunda en las actitudes y las prácticas que sustentan las desigualdades basadas en las diferencias sexuales, étnicas, culturales, de edad y de clase. Si rastreamos en la historia, encontramos mujeres que exigían el respeto a sus derechos y que lucharon por la igualdad desde el siglo XVII”.

Lo que resulta en un logro en el momento actual,  para la dignidad de la persona humana, tanto para la mujer que se convierte en poseedora como en el hombre que ahora deberá aceptar que a su lado tiene a una mujer, un ser humano pensante, sintiente y accionante.

El problema  se  presenta cuando las mujeres  buscan aplacar su resentimiento  en accionares contra los hombres.  Conocemos casos de mujeres jóvenes y adultas que  no pudiendo obtener lo que desean:  dinero, prestigio, una casa, el pago de la universidad, o cualquier otra cosa,  se  convierten en  enemigas radicales de los hombres.

Muchos de los cuales no son santos, ni se les acercan pero eso no significa que podamos aceptar que se abra una página para colocar denuncias públicas anónimas que  pueden perjudicar a quien nada tiene que ver con un hecho de acoso, o violencia sexual. Y menos que su fotografía  y nombre sean expuestos públicamente  y por supuesto de manera tan fácil como a través de una denuncia anónima.

Eso da lugar a que su hijo, esposo, padre, hermano puedan ser acusados de violencia sexual por incluso un hombre y hasta un partido político para sacarlo de en medio, hacerle pedazos la reputación y la vida.

Creo firmemente que los delitos  de acoso, violencia y violación tipificados en la ley de nuestro país deben ser resueltos en los tribunales.  Si sé que es un delito privado,  y difícilmente  se  violará a alguien ante testigos, pero hasta las actitudes de la persona acusada en un tribunal ante un juez pueden medirse.

Y siguiendo la ley,  el acusado tiene derecho de defenderse y presentar pruebas y testigos de descargo.  No sucede eso cuando las denuncias pueden ser anónimas y el nombre de cualquiera:  violador, jefe   exigente, papá que no da permisos, vecino que parquea su carro frente a mi garaje, líder político que es mi rival, o del maestro  cuya clase reprobé, puedan ser expuestos junto con su foto a través de una denuncia anónima como pretende hacer un movimiento de mujeres próximamente en nuestro país.

En lugar de acompañar  a un tribunal a la víctima y delatar allí  al victimario.
Debemos tener claro que todo lo que es anónimo y en las sombras tiende a perder su esencia.  Si,  hay muchas mujeres violadas, abusadas psicológica y físicamente pero ellas deben enfrentar a su abusador incluso para sanar.  Vestir una camiseta con el nombre  y la fotografía de alquien contando que abusó de mí, no me sanará. Eso deben entender  los movimientos feministas y brindar acompañamiento ante un juez para delatar  de frente a su abusador para que sea condenado según la ley  y no juzgar públicamente a cualquiera sin conocer realmente los dos lados de la denuncia y la defensa.
¿A quién se le ocurre denunciar para hacerle pedazos la vida?

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