Edith González
Hace ya 28 meses que estamos viviendo bajo el acecho de la pandemia, algunos con miedo y otros aún considerando que es como una gripe común y corriente, sin cuidarse, pero cuando se contagian la cosa se pone fea.
Quizás algunos de ellos son asintomáticos y andan transmitiendo el virus por donde caminan sin darse cuenta del daño que están ocasionando. Y es que esta enfermedad además del daño del momento tiene sus consecuencias a largo plazo. Sin considerar los miles de personas que ya no están con nosotros. Los miles de niños que han quedado sin padres y las madres que ya no tienen a sus hijos.
El presidente Giammattei anuló la obligatoriedad de usar mascarilla, estipulada por el Ministro de Salud, aduciendo que las personas no leen los acuerdos, lo que es cierto, pero que no impide que todos nos enteremos de los mismos, como lo hacemos de muchas otras normativas. Además, aduce que las personas aunque los conozcan no los cumplen. El artículo 3 de la Ley del Organismo Judicial dice que: “Nadie puede alegar ignorancia de la ley”.
Luego el ministro de Trabajo norma que todos los trabajadores deben utilizar equipo de protección personal. Y entonces en qué estamos.
Una investigación realizada en España y publicada en la revista «Brain and Behavior» relacionó directamente las secuelas del coronavirus con problemas psicológicos, afirmando que la enfermedad tuvo un impacto generalizado en las habilidades de atención, las funciones ejecutivas, el aprendizaje y la memoria a largo plazo. Un estudio de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), publicado en el Journal of Neurology, demostró que la fatiga en pacientes con Covid de larga duración está relacionada con la ansiedad, la depresión y la apatía.
“La fatiga persistente es muy incapacitante y limita la calidad de vida de las personas. Si alguien sufre fatiga a consecuencia del COVID-19, es importante estudiar más a fondo esta situación, y determinar qué otros síntomas o trastornos se asocian a esta condición”, explicó Marco Calabria, investigador principal del artículo, miembro del grupo Cognitive NeuroLab de la UOC y miembro de los Estudios de Ciencias de la Salud.
«Los médicos deberían explorar estos aspectos para proporcionar un enfoque para las pautas terapéuticas”. Sin embargo, algo que esta investigación no ha aclarado es la dirección del efecto: “No está claro si la fatiga conduce a la depresión o viceversa”, explicó acerca del vínculo entre la fatiga y la depresión.
“Descubrimos que la fatiga está relacionada con la atención sostenida, que usamos para realizar una tarea durante un largo período de tiempo y que nos mantiene enfocados y con las funciones ejecutivas, que nos permiten almacenar información temporalmente para realizar tareas como calcular, reproduciendo una frase que hemos escuchado”, dijo Calabria.
El cansancio excesivo y debilidad física y/o cognitiva y muscular, se asocia con condiciones médicas como infección posviral y enfermedades neurológicas.
“La fatiga es un síntoma relacionado con las infecciones virales, esto sugiere que sería uno de los posibles síntomas de la infección por SARS-CoV-2″, expresó Calabria.
Así que lo mejor es cuidarse, utilizando mascarilla en lugares abiertos y cerrados.