En anteriores artículos presenté, básicamente, dos grandes ideas. Una, sobre el valor intrínseco de los sistemas democráticos republicanos en cuanto a la posibilidad que ofrecen de servir para que la ciudadanía trabaje, en cada uno de los países en que prevalecen esos sistemas, en pro del alcance de sus particulares y legítimas aspiraciones. Y, la otra, sobre la necesidad de que la ciudadanía conozca la lógica y la estructura de esos sistemas, en general, y la de sus correspondientes países, en particular, para que pueda sacar provecho de su existencia y de su funcionamiento.
En esta ocasión, lo que pretendo es identificar algunas de las instituciones que, a mi criterio, deberían participar en los procesos de Formación política ciudadana por propio interés y necesidad.
Anteriormente, se hizo ver cómo es de importancia fundamental que la llamada ciudadanía se constituya en el auténtico Dueño de la cosa pública que le corresponde; con el objeto de mantenerse como organismos vivos y eficaces a lo largo del tiempo. Para evolucionar, las democracias republicanas necesitan que los Estados que lo dicen ser, sepan “formar ciudadanía”.
Y es aquí en donde aparece la lógica de la necesidad de la Formación ciudadana para la aplicación y la defensa de la Democracia; para el entendimiento de cómo funciona el sistema republicano del país que se trate; para la comprensión y defensa del Estado de derecho; para el justo dimensionamiento de lo que son los Derechos humanos (o “Derechos del pueblo”) y la necesidad de su defensa.
Para el Dueño, lo anterior significa que, además de estar atento a la preservación del sistema democrático, también debe atender el funcionamiento de la estructura republicana. Ésta consiste, básicamente, en la división del poder público en tres subpoderes especializados (Legislativo, Ejecutivo y Judicial), independientes entre sí, que actúan como contrapesos para guardar el necesario equilibrio del poder total.
Una sociedad organizada políticamente como república democrática, necesita saber autodotarse de ciudadanos competentes para desempeñar las diferentes tareas que son necesarias para mantenerse como organización efectiva en su propósito principal de que sean satisfechas las aspiraciones de bienestar y de progreso de la mayoría de sus integrantes.
Para que las “democracias republicanas” (como el caso de Guatemala) funcionen adecuadamente e, incluso, se vayan perfeccionando, se requiere de la participación de, al menos, tres grandes actores, a saber: partidos políticos, políticos y ciudadanía activa y efectiva.
El tema de la “formación cívica” es trascendental porque la ciudadanía (actuando como auténtico Dueño) es el actor que se encuentra en la base de la pirámide de los sistemas democráticos republicanos y porque esos sistemas están concebidos para funcionar en su beneficio. La ciudadanía organizada políticamente, constituida a partir de un acuerdo común que se llama “constitución política”, es el “dueño” de la cosa pública. Una “cosa” pública que está ordenada o construida para funcionar como república; un aparato pensado para responderle al auténtico Dueño.
Una sociedad organizada como democracia republicana que se quiere y que se respeta a sí misma, se debe medir por la calidad y la efectividad con la que su ciudadanía sabe utilizar para su conveniencia los espacios de articulación que les son dados vía el ejercicio de sus derechos ciudadanos a la:
- Participación en votaciones
- Participación en movimientos sociales y políticos
- Participación en partidos políticos
- Participación como candidatos a puestos de elección popular
- Participación como funcionarios o empleados públicos
A mi criterio, algunas de las principales entidades que se deberían encargar de esos diferentes esfuerzos en procesos formativos, son las siguientes:
Las Escuelas públicas y privadas: El Estado-Gobierno debería asumir como una de sus principales obligaciones la de formar ciudadanía a partir del desarrollo de programas formales orientados a que la Nación esté dotada del material humano necesario para autoconservarse como tal. Conservarse y reinventarse. Así como un niño, a quien los padres deben cultivar y formar para que sea fuerte y seguro y para que pueda crecer libre y buscar su propio destino (sin necesidad de estar pre-determinado).
¡La Formación cívica en la base de todas las otras formaciones necesarias, tales como la Formación para el trabajo, la Formación para la salud, la Formación para la seguridad ciudadana y, fundamentalmente, ¡la Formación para la democracia!
Los Movimientos sociales y políticos: Los movimientos sociales constituyen la base de la organización social con objetivos políticos. Aquellos movimientos que disponen ya de las capacidades necesarias, deberían enfocar su energía en mejorar o perfeccionar el conocimiento político de sus integrantes. Les debe interesar estar conformados por personas con conocimiento sobre sus derechos y obligaciones ciudadanas; con capacidad para reconocer y perfeccionar la expresión de las necesidades que los unen como movimiento; y con conocimiento sobre las mejores formas para participar como organización que toma decisiones y maneja recursos velando por la transparencia y el respeto a los principios democráticos …
Los Partidos políticos: Los partidos políticos son pieza fundamental en el escenario de cualquier país que se precie de democrático. Los partidos políticos sanos deberían entender que les conviene estar integrados por miembros/afiliados competentes, bien formados para las diferentes tareas que deben desempeñar. Si el objetivo final de un partido político es incidir o participar en la administración pública -en los diferentes espacios en que se pueda pensar tanto en el Organismo Ejecutivo como en el Legislativo y en los gobiernos locales- para hacer valer sus legítimas visiones ideológicas y consecuentes programas de gobierno, tiene que estar interesado en poder hacerlo bien en el momento en que sea oportuno… y, también, para los tiempos en que deberá saber jugar el papel de una digna “oposición”.
La formación ideológica partidista también es importante, pero se refiere a otro de los grandes desafíos dentro de un juego democrático provechoso para la sociedad: la necesidad de que existan diferentes partidos políticos. Pero partidos políticos todos que sean sólidos, claros y capaces de desempeñarse con inteligencia, con eficiencia y con moralidad ante el electorado, ante la ciudadanía en general y en la totalidad del escenario de la democracia.