“A Dios rogando, y con el mazo dando”, reza un conocido refrán español.
Sabia constatación de que el alcance de cualquier meta no puede esperarse que llegue solo por gracia divina. Se requiere que el interesado se empeñe: se decida y le preste energía. Lo que implica fortalecerse y trabajar para ello.
Si se entiende que, como sociedad que somos, necesitamos de estar dotados de fuerzas mínimas para tener éxito como nación, es necesario aceptar que, además de contar con integrantes individuales fuertes, también lo debemos ser como conjunto organizado de personas. Son dos aspectos o perspectivas que se deben fortalecer recíprocamente.
Como dato histórico ilustrativo de lo anterior, se puede mencionar el caso de la Prusia oriental en época napoleónica. La exitosa campaña militar de Napoleón al mando de un ejército regular constituía una seria amenaza para ellos y el estatus quo de su régimen.
Al conocido Karl von Clausewitz (uno de los más importantes teóricos de la ciencia militar moderna), entre otros, se le atribuye la reflexión estratégica que condujo a la constitución de una fuerza militar ciudadana paralela a la regular, constituida por una población armada y entrenada, “las llamadas Landwehr y Landsturm, es decir fuerzas de defensa y de asalto del país, que correspondían a la idea de un armamento general del Pueblo” (Robert-Hermann Tenbrock, Historia de Alemania, Max Huber Verlag, München y Ferdinand Schöningh, 1968, p. 173).
En Guatemala, necesitamos reconocer que nuestro gran enemigo somos nosotros mismos si continuamos siendo una ciudadanía sin capacidad de actuar. Debemos estar siempre en condiciones de intervenir de manera sistemática y permanente “con el mazo dando” en contra de la enfermedad, a favor de la salud, en pos del trabajo y en defensa de nuestro derecho de autodeterminarnos (vía la existencia de un sistema democrático real y efectivo).
En este orden, la formación ciudadana para la democracia pareciera ser el esfuerzo primordial a realizar. Un esfuerzo que se mantiene en el olvido pese a ser la principal de las asignaturas pendientes.
Por supuesto que “la educación para la Democracia” debería ser un componente importante en la educación formal y, por ende, asunto obligado en la curricula oficial.
Respecto a lo anterior, a continuación presento algunos de los párrafos que integran una propuesta de proyecto en formación política ciudadana que formulé en el año de 2017. La iniciativa se denominaba “Organización y puesta en marcha de Instituto para la Formación de Ciudadanía Activa y Militancia eficaz”.
El Objetivo o Situación ideal a alcanzar (a futuro) con la puesta en marcha del proyecto, rezaba:
En Guatemala se cuenta ya con una entidad adecuada para la formación política ciudadana no partidista que contribuye de manera patente en la “politización” de la ciudadanía, lo que repercute en la democratización de los partidos políticos, en la profesionalización de la prensa y en la mejora del ejercicio del poder público en general. La ciudadanía ha adquirido “poder político”.
Los antecedentes o contexto se planteaban de la siguiente manera:
En términos prácticos, en Guatemala no existen entidades orientadas a la “formación” de los ciudadanos que tienen interés en participar en la transformación de la práctica política dominante en el país. Esto es: contribuir a dotar a estos ciudadanos de los conocimientos mínimos sobre la institucionalidad que se debe transformar y de elementos para alimentar su permanente actitud crítica y constructiva ante lo que acontece y debería acontecer de mejor manera para la conveniencia y el interés de la generalidad.
En la actualidad, los partidos políticos existentes –sin importar su orientación- continúan con la dinámica de buscar afiliados y votos y no prestan atención a la importancia de contar con “adeptos”, esto es, con partidarios que conozcan a profundidad las intenciones y los programas de sus partidos y estén dispuestos al sacrificio para apoyarlos.
En Guatemala aún no existen entidades que, al margen de cada uno de los partidos, se preocupen por la formación ciudadana en aspectos de política que permita el crecimiento de una ciudadanía en condiciones de “ser buenos adeptos” de las diferentes opciones partidistas existentes y, al mismo tiempo, ser buenos fiscalizadores del ejercicio del poder público desde una perspectiva política. La fiscalización que se intenta en Guatemala en la actualidad es por la vía judicial (lo que se denomina “judicialización de la política”), ignorando que la brecha que se debe abrir es la de la posibilidad de la fiscalización y de la sanción política.
Como Grupo Meta de las actividades de ese instituto que se proponía, se consideraba:
El Grupo Meta lo constituyen, principalmente, ciudadanos con un grado aceptable de conciencia sobre la necesidad de involucrarse personalmente en un emprendimiento orientado a coadyuvar a un cambio en el modo del ejercicio de la política en el país a partir de su involucramiento en los diferentes partidos políticos y su participación en el ejercicio de la crítica y la construcción de propuestas de solución a los problemas nacionales.
Y se apuntaban como beneficios previsibles del accionar del Instituto:
Con su actividad, el Instituto contribuirá de manera patente en la “politización” de la ciudadanía, lo que repercutirá en la democratización de los partidos políticos; en la profesionalización de la prensa; en la mejora del ejercicio del poder público en general; y en el crecimiento del poder político de la ciudadanía.
Como se puede apreciar, se trata de una idea que está allí. Solamente para tomarla y realizarla. Y me atrevo a pensar que no es la única. De hecho, tengo conocimiento que un movimiento político ciudadano en ciernes está pensando seriamente en la realización de algo así. Lo que se debe aplaudir.
Esto último se enmarca en un concepto de respuesta a una amplia crítica -y, consecuentemente, demanda- que acertadamente hace el político chileno Carlos Matus a la Política latinoamericana en un video que ha sido ampliamente difundido y que incluye, literalmente, las siguientes expresiones:
“… los partidos políticos son clubes electorales en nuestros países… (cuando son partidos políticos …). En algunos países ni siquiera son partidos políticos. Son clubes electorales… No tienen centros de formación de sus dirigentes, no se preocupan de la formación de sus líderes. No tienen centros para pensar su país …. Piense usted: el partido conservador inglés tiene un “Think tank” para pensar Inglaterra a 30 o 40 años y tiene centro de formación de sus líderes. Yo me pregunto: ¿cuál partido político en América Latina tiene algo similar?… Son clubes electorales”.