Edmundo Enrique Vásquez Paz
Es importante dedicar espacio para la reflexión sobre el tipo de las propuestas que con mayor frecuencia se presentan en el escenario nacional y que están orientadas a la mejora del actual estado de las cosas. Esto, porque se necesita formar criterio para saber apreciarlas y calificarlas en su justa dimensión. Es importante reconocer el valor de cada una de ellas, pero también, saber juzgarlas en términos de su viabilidad. Que, al final de cuentas, es lo que más importa en la práctica.
Indudablemente, llegar a conclusiones en cada caso requiere del examen detallado y acucioso de cada una de las propuestas y exige conocimiento técnico sobre la materia de la cual se trate. Pero existen algunas pautas que pueden ayudar a clasificarlas y a facilitar su ulterior examen. A continuación, presento algunas de ellas. Se trata de algunos de los párrafos contenidos en la publicación Guatemala, un país que merece gobernarse a sí mismo (Vásquez, E., Guatemala, Serviprensa, 2015). Los presento con la numeración que aparecen en la edición original; algo que se hizo de esa manera para facilitar la ubicación de las ideas en el texto y, así, hacer más cómodo el diálogo o el debate que puedan provocar en el seno de grupos interesados.
Muchos de los textos están orientados a revelar cómo es que en el país faltan visiones comunes o ampliamente compartidas; cómo es que las propuestas, en gran medida, son el producto de la idea y del esfuerzo individual y no de un trabajo grupal. Otros, orientados a alertar sobre cuestiones que es conveniente tomar en cuenta para que las propuestas gocen de viabilidad.
“23. Existen propuestas, es cierto, pero, en su gran mayoría o son para resolver asuntos circunstanciales, de moda o de emergencia (por ejemplo, la emergencia planteada por un desastre natural específico o el colapso de una institución en particular) o se refieren a temas o aspectos concretos que no se abordan de manera integral (por ejemplo, cuando el caso de las Comisiones de Postulación, su integración y cómo deben proceder; o que las fuentes de agua ya no serán en breve suficientes para abastecer a un determinado gran poblado -como el caso de la Ciudad de Guatemala o el Área Metropolitana, que se la deja seguir creciendo aunque se sabe que, en pocos lustros, ya no contará con suministro suficiente-) o se formulan sin considerar sus repercusiones en otros muchos temas o aspectos (por ejemplo, siempre en el caso del agua, cómo es que, al trasegarla de otros valles, esos valles se quedarán sin el líquido necesario para satisfacer sus propias necesidades -además de limitar su capacidad para sembrar y cosechar alimentos que consume esa misma gran ciudad …-).
“24. Otro problema que se da con relativa frecuencia es el de que las soluciones planteadas se conciben sin conocer la capacidad administrativa instalada con la que cuentan las instituciones que deberán velar porque se cumpla con lo dispuesto. Esto nos hace recordar el absurdo que significa creer que los problemas se resuelven vía la emisión de leyes, ignorando que, en la mayoría de los casos, el punto medular reside en la disposición de la gente y su manera de actuar. Y no se reconoce que, para que esto suceda, se necesita educación, valores consistentes, auditoría ciudadana…
“25. Una característica común a la mayoría de las propuestas de solución que se presentan públicamente –por ejemplo, vía artículos de opinión en la prensa escrita- es que provienen de la sensibilidad y preocupación, de la experiencia y del ingenio de una sola persona o de un grupo limitado de personas. Fácilmente, las propuestas de este tipo tienden a inconsistencias con otros ámbitos temáticos y es difícil integrarlas a un conjunto de propuestas que pueda ser calificado de “orgánico” y que goce de suficiente grado de viabilidad (viabilidad en lo político, en lo social, en lo cultural, en lo económico, en lo financiero, en lo científico, en lo administrativo, en lo ecológico, cuanto menos y al mismo tiempo) como para representar una posibilidad realista de solución.
“26. En el sentido de lo anterior, es conveniente hacer patente cómo en nuestro país, en nuestros procesos mentales orientados a juzgar y a generar propuestas para mejorar las cosas, no incluimos de manera suficiente el ejercicio de “asumir el probable y justificable punto de vista” que puedan tener otros de los actores en el caso. La práctica de este ejercicio es sumamente recomendable no sólo para saber proponer sino, también, para saber entender las propuestas. Esto último, sobre todo considerando que la solución de problemas como los nacionales, que son problemas que a todos nos debe interesar resolver, suponen el compromiso de todos y cada uno, aunque con diferente grado de responsabilidad, de involucramiento y de sacrificio, según el caso.
“27. Aquí cabe recordar la utopía planteada por el filósofo moralista John Rawls que parafrasea el escritor Jostein Gaarder en su libro “El Mundo de Sofía” de la siguiente manera:
“Suponte que eres miembro de un consejo muy serio que va a elaborar todas las leyes de una futura sociedad. Tendrían que evaluar absolutamente todo, pues nada más llegado al acuerdo y haber firmado las leyes, se morirían.
“Pero después volverían a despertarse inmediatamente en esa sociedad para la que elaboraron las leyes. El punto clave es que no tendrían la más leve idea sobre el lugar que ocuparían en la sociedad.
“Una sociedad de este tipo sería una sociedad justa. Porque habría surgido de “hombres justos””.
“28. Otra característica bastante generalizada en ese tipo de propuestas que leemos tantas veces es que se orientan al comportamiento de “terceros”. Históricamente, no recordamos ninguna recomendación importante que haya ido acompañada de un compromiso de actitud o acción de parte del proponente como persona individual o, mucho menos, como conglomerado o grupo de asociados. Pareciera ser que siempre se parte de la percepción de que son “los otros” los que están actuando inadecuadamente. Pero, en el fondo, lo que sucede es que las recomendaciones no son el producto de la reflexión de grupos realmente organizados y preocupados por el asunto, con capacidad de, más allá de recomendarles a otros, comprometerse a sí mismos”.
Se olvida que una propuesta normativa, para ser viable debe contar con la disposición a ser seguida por parte de todos los sectores involucrados. Esta es la razón que explica que no basta con copiar leyes de otros lados; éstas deben apropiarse a las circunstancias del lugar.
Cuando las propuestas tienen realmente carácter nacional, siguen aplicando de manera general las anteriores anotaciones. Considerarlas, puede abrir espacios para aproximaciones analíticas provechosas. No obstante, cuando se trata de propuestas de esa envergadura, es necesario tomar en cuenta otros factores. Muchos de ellos, próximos al tema del grado de legitimidad de cada uno; asunto que resulta de gran importancia cuando se trata, por ejemplo, de planes de gobierno o de políticas públicas. Será éste, tema de alguna futura publicación.