Eduardo Blandón

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Fecha de nacimiento: 21 de mayo 1968. Profesor de Filosofía, amante de la literatura, fanático de la tecnología y enamorado del periodismo. Sueño con un país en el que la convivencia sea posible y el desarrollo una realidad que favorezca la felicidad de todos. Tengo la convicción de que este país es hermoso y que los que vivimos en él, con todo, somos afortunados.

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Eduardo Blandón

El malhadado presidente de Guatemala, desacreditado por sus ejecutorias, no de ahora, sino desde que inició su carrera política que abonó en los puestos que oportunamente fungió dentro de la burocracia, quiere hacernos creer que su liderazgo es impoluto y que persigue el bien de la nación.  Su timo, que trasciende en su intención nuestras fronteras, es desvergonzado y no hay quien lo compre.

Con todo, se vale soñar.  Por ello, en los próximos días, Giammattei hará un viaje a los Estados Unidos, aconsejado por su equipo (no se puede esperar demasiado porque son los mismos del gobierno de Jimmy Morales), para rebajar el golpe bajo no solo de no haber sido invitado a la Cumbre por la Democracia a instancia de Biden, sino por la reprimenda y sanciones que pueden sobrevenirle pronto.

El alicaído gobierno que encabeza el presidente merece las peores calificaciones en virtud de su ineficacia administrativa, sin rumbo, planes ni ejecutorias.  Viviendo en un régimen de impunidad, protegido por la complaciente Fiscal General, Consuelo Porras, que ha hundido la institución y de paso permitido un sistema de expolio y conspiraciones por doquier.  El tiempo no le hará justicia porque lo suyo es de carácter meridiano.

El viaje del infame, cuya altanería es también infinita, no le granjeará las ventajas prometidas por sus asesores.  En primer lugar, porque la cleptocracia que ha fomentado y hecho crecer es inocultable.  Luego, debido a la pérdida de confiabilidad en virtud de su pragmatismo al servicio de sus propios intereses.  Finalmente, por la impunidad que ha implantado como esencia del sistema al que ha dado prioridad.

Así, visto lo visto, al gobierno corrupto solo le queda asociarse con países de dudosa reputación.  No es otra cosa lo que ha hecho al disimular los atropellos de la familia Ortega en Nicaragua.  Abona a su favor (como el presidente saliente de Honduras, Juan Orlando Hernández Alvarado) en caso de ser perseguido por la justicia.

En consecuencia, a nuestro presidente solo le queda descansar en los Estados Unidos.  Disfrutar su estancia y quizá el autoengaño que le produzca el espectáculo de su periplo.  Mientras eso suceda, continuará la industria delincuencial, el aumento de la pobreza, las muertes por COVID y el letargo del Ministerio Público que extiende la impunidad a lo largo y ancho de Guatemala.  Sí, es una especie de condena que no parece podamos superar.

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