Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82

El nuevo discurso que han iniciado algunos es que la crisis generada en el marco de la lucha contra la corrupción es un tema personal entre el presidente Jimmy Morales y el titular de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), Iván Velásquez, en el que no hay que meterse e incluso plantean que lo mejor es apoyar a ambos en las luchas que cada uno mantiene.

En nuestra historia hemos sido testigos de muchos pretendiendo tener “salidas salomónicas” y hemos visto lavadas de mano a lo Poncio Pilatos, pero esta nueva ruta que plantean sí es de película porque es la muestra más clara de que desean servir a Dios y al diablo y pretenden quedar bien con todo mundo.

Este no es un tema personal por más que quieran venderlo de esa manera; es el berrinche de un personaje que, atemorizado por sus miedos y actos, decidió escabecharse a quien lo investiga y es vital recordar que hubo muchos que le hicieron porras al mandatario porque les preocupa sobremanera las consecuencias del financiamiento electoral y a ellos se ha sumado Álvaro Arzú.

Es importante traer a colación también que el mismo Comisionado reconoció que se acercó varias veces al Presidente, al inicio de su gestión gubernamental, para encontrar terreno en común dentro del mandato de la CICIG y cuando uno tiene inquinas personales, nunca trata de ayudar al otro.

En Estados Unidos, cuando Trump echó a Comey se dijeron muchas cosas y hubo quienes dieron la razón a uno u otro, pero siempre se tuvo la hidalguía de reconocer que el Presidente se cargó al jefe del FBI porque lo estaba investigando.

Decir que lo que vive la Guatemala de hoy es un tema personal entre un acusado de corrupción y quien lo investiga es la jugada que desean vender para no tener que “tomar bandos”, según ellos, pero el jueves quedó claro que el sector empresarial organizado acuerpa al Presidente porque no lo considera corrupto y de esa forma sí tomó un bando y es bueno saber dónde están parados.

Más que un tema personal, este es un debate respecto a la nueva Guatemala que deseamos construir. ¿Se desea una Guatemala en la que todos seamos iguales ante la ley o se desea un país como el de antes, en el que existan intocables a los que la ley ni siquiera puede voltear a ver sin que se ofendan porque lo consideran una falta de respeto o un golpe de Estado? ¿Se desea un país en el que siempre nos importe la presunción de inocencia o solo cuando los que caen ya no son solo mareros?

Pretender cambios repitiendo modelos de opacidad e incluso contratando a quienes operaron esos modelos, son los intentos de siempre de cooptar para dar la apariencia que todo cambia cuando en realidad nada termina siendo diferente.

Cada quien puede tomar el bando que desee, pero hay que ser francos, sinceros y transparentes porque parte de nuestro gran problema de falta de confianza es que las cosas no se dicen de frente y los tiempos que vive nuestra Guatemala no están para opacidades.

Más que una cuestión personal es si deseamos construir una Guatemala que libere sus cimientos de la corrupción, la impunidad y el tráfico de influencias que inicia en la campaña o si deseamos un país que opere con un sistema cooptado que funciona muy bien para generar oportunidades para unos pocos mientras se asegura de dejar a muchos atrás.

 

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