Esta mañana ocurrió algo que podemos comparar con lo sucedido en abril de este año, cuando se dio el golpe contra La Línea que abrió la brecha para iniciar una profunda transformación, aún en marcha, de la sociedad guatemalteca, puesto que la Fiscalía Contra la Impunidad realizó operativos que van tras Gustavo Alejos y otros particulares por Asociación Ilícita, Tráfico de Influencias y Cohecho Pasivo, crímenes que en nuestro país nunca eran mencionados, no digamos perseguidos.

Y la comparación es importante porque demuestra que el trabajo no va contra el gobierno de Otto Pérez Molina, como él ha sostenido al afirmar que Estados Unidos ordenó una persecución en su contra para dar un «golpe blando», sino que va contra la corrupción. Y también porque atenidos a los antecedentes tenemos que suponer con absoluta certeza que Alejos no pudo hacer absolutamente nada de lo que se le imputa si no hubiera sido por su jefe, el entonces Presidente Álvaro Colom Caballeros y la jefa del Presidente, la entonces Primera Dama de la Nación.

Nadie puede acusar a la FECI de actuar políticamente para dañar a una candidatura porque esperaron a que naturalmente quedará eliminada en forma por demás abrumadora la opción de Sandra Torres para ordenar la investigación y captura de Gustavo Alejos, pieza clave en ese gobierno en el que todo mundo sabe que se desbordó la corrupción y en donde el operador jugó exactamente el mismo papel del que en este gobierno se asignó al secretario privado de la Vicepresidenta, Juan Carlos Monzón, es decir algo así como la función de «capo de capos».

Lo importante, además, es que no nos estamos quedando con la corrupción del presente sino que vamos hacia atrás, donde hay tanta tela que cortar, y ojalá que se sienten precedentes sanos para que cualquier funcionario público o empresario sepa que existen instrumentos para investigar eficientemente todos los casos en los que se produce el saqueo de los fondos públicos.

Alejos extendió su influencia más allá de ese gobierno y fue también importante en el gobierno de Pérez Molina, además de que ha sabido invertir en medios de comunicación para preservar su imagen y evitar señalamientos en su contra.

Y al igual que Monzón puso pies en polvorosa a la hora de tener que enfrentar cargos en su contra, evadiendo así la responsabilidad para desvanecer el señalamiento que se le hace. Evidentemente los que se dedican a la corrupción tienen mucho en común y los hechos corroboran los comportamientos tan similares de quienes arman el tejido de la podredumbre.

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