Napoleón Barrientos

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Guatemalteco, originario de Alta Verapaz, forjado bajo los principios de disciplina, objetividad y amor a la patria; defensor del estado de derecho, de los principios de la democracia, con experiencia en administración pública, seguridad y liderazgo de unidades interinstitucionales.

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Nos hemos acostumbrado a hablar de gobierno o democracia, incluso a sentirnos conformes de vivir en una sociedad gobernada por autoridades de turno, pero perdemos de vista que, para que una democracia funcione con autogobierno, existen: la gobernabilidad y gobernanza, dos condiciones indispensables para atender las demandas de la sociedad y ejercer el poder. Ambos conceptos estimulan el desarrollo nacional, sobre todo en los países en vías de desarrollo.

La gobernabilidad se concentra en la capacidad del gobierno en atender las demandas de la sociedad y darle respuesta, reconoce que el modo de gobernar debe conectarse con la capacidad del sistema para evitar que los conflictos sociales, detonen. Es decir, son las sociedades y no los gobiernos, los que deben cumplir con la tarea de perfeccionar sus instituciones democráticas y políticas, impidiendo la centralización del poder y procurando la existencia de un sistema de pesos y contrapesos, para la estabilidad política.

Por su parte, la gobernanza tiene mayor aplicación en el campo de la administración pública, o sea en la intervención del estado como instancia reguladora o como un mediador desde el ángulo de la horizontalidad: atendiendo la pluralidad y diversidad de una sociedad compleja. Se basa en el mejoramiento de la eficiencia de sus instituciones y la capacidad gubernativa para mejorar la calidad de interrelación entre organizaciones empresariales y de la sociedad; es decir, el gobierno juega el papel de socio o facilitador, como una forma de gobernar en la búsqueda de modalidades participativas de actores políticos, económicos y sociales, involucrados en el proceso de decidir en asuntos de interés público y privado.

Guatemala atraviesa una época por demás interesante desde el punto de vista de ejercicio democrático, el balance del poder está a prueba, y eso no nos debe extrañar; al contrario, demuestra el ejercicio de un sistema de pesos y contrapesos. Lastimosamente, la mayor parte de los acontecimientos que han discurrido en el país, han llevado un curso desordenado y que, ya sea por destino o por azar, suceden aún más situaciones de las que están previstas en las reglas del derecho y sus interpretaciones terminan siendo polémicas.

Sin embargo, si revisamos los primeros párrafos de esta columna nos debemos preguntar ¿que estamos haciendo para alcanzar la gobernabilidad? O en el mejor de los casos ¿para lograr la Gobernanza?, podríamos identificar que estamos ante la incertidumbre de un inmediato nada prometedor. Instituciones hacen lo propio, creyendo que están haciendo lo mejor, pero olvidando que los guatemaltecos estamos necesitados de al menos un Estado con gobernabilidad, porque vemos al estado como un todo organizado para procurar el bien común.

Si continuamos viviendo luchas intestinas que desgastan nuestras energías no lograremos establecer las pautas para encontrar la gobernabilidad o en el mejor de los casos la buena gobernanza, que nos permita transformar este país y aprovechar las oportunidades que nos provee la naturaleza como: país bioceánico, con recursos naturales  preciados,  con un capital humano inigualable, la multiculturalidad como fortaleza, y demás cualidades que deben ser potenciadas, a través del logro de la gobernabilidad y la buena gobernanza.

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