Napoleón Barrientos

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Guatemalteco, originario de Alta Verapaz, forjado bajo los principios de disciplina, objetividad y amor a la patria; defensor del estado de derecho, de los principios de la democracia, con experiencia en administración pública, seguridad y liderazgo de unidades interinstitucionales.

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David Barrientos

El cambio es una constante en el cosmos y sin la cual la evolución y la supervivencia de los seres vivos no se registraría. Puede suceder como consecuencia de acciones propias o como resultado de circunstancias exógenas, pero con repercusiones que nos afectan de una u otra manera, además puede ser evolutivo o drástico. En los dos últimos años hemos comprobado que el cambio puede darse por circunstancias ajenas a nuestra voluntad individual, la pandemia COVID-19 nos ha colocado frente a grandes desafíos, el entorno cambió y las organizaciones son retadas a adaptarse y transformarse de acuerdo con la nueva realidad. Mientras eso sucede se han expuesto algunas características del ser humano, dentro de ellas, la soberbia; que pretende que nos mantengamos en el peligroso “estatus quo”, en un mundo cambiante, a veces paulatinamente en otras tan a la vuelta de la esquina y como sorpresa.
En la actualidad hay una dinámica acelerada del cambio, la tecnología de la información, las presiones relacionadas con la pandemia COVID 19, el acelerado cambio climático, las migraciones masivas, el consumo de drogas, entre otros. El cambio ocurre como un proceso, no como un evento. El cambio organizacional no ocurre instantáneamente porque se anuncia, porque se organiza una reunión inicial o se define una fecha de lanzamiento. Las personas no cambian simplemente porque reciben un correo electrónico o asisten a un programa de formación. Cuando experimentamos un cambio, transitamos de lo que sabemos y hemos venido haciendo, hacia una nueva forma de hacer nuestro trabajo y comportarnos.

Las organizaciones serias, entienden que la gestión del cambio contribuye significativamente al éxito de su gestión, pues no solo están dispuestas a repensar su visión y misión, sino que también adoptar nuevas formas de actuar para conseguir diferentes resultados, entendiendo en principio que hay tres estados en el proceso del cambio: el “actual”, la “transición” y el “futuro”, de ahí el aforismo del filósofo griego Heráclito de Éfeso (535-484 a.C.): todo cambia y nada permanece. “Nadie se baña dos veces en el mismo rio”. Porque, aunque aparentemente el río es el mismo, sus elementos, su cauce, el agua que corre por él, han cambiado. Axioma que aplica a todos los campos de la actividad humana y que poco se atiende cayendo en consecuencia en la torpeza de la gestión.

En consecuencia, el mundo no es el mismo al de hace solo tres años, en tal virtud los problemas se presentan de diferente manera, por consiguiente, las soluciones no pueden encontrarse pensando en la gestión de hace esos pocos años, el agua de esos ríos ya no es la misma, contiene elementos diferentes, por lo que requieren un tratamiento diferente. De tal manera que si no existe una transición e intentamos resolver o gestionar como en ocasiones anteriores puede que no logremos obtener resultados favorables, solo la creatividad nos puede sacar de las tinieblas y por supuesto del abismo, o en el peor de los casos no veamos el precipicio en el que estemos colocando al futuro de las sociedades ya fragmentadas, enfrentadas e incluso desesperadas.

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