David Barrientos
Estados Unidos y Rusia preparan la cumbre entre sus presidentes, donde se tratarán temas como: la estabilidad estratégica, cooperación económica, estabilidad nuclear y ciberseguridad, entre otros; el grupo de países G 7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y el Reino Unido), definen un enfoque hacia China, como temas geopolíticos. Mientras eso sucede, los Estados Unidos de América, tiene que lidiar con un problema hasta ahora visto con atención: la inmigración, la que tiene características de atención a un tema doméstico, sin información definida de conocimiento público. La reciente visita de Kamala Harris a Guatemala ha dejado incertidumbres, pareciera hasta ahora una dinámica a la que hemos estado acostumbrados, marcada por la política criolla de cada país, con sus respectivos aliados, que presupone algunas inconsistencias y vulnerabilidades.
Podremos disfrazar o culpar de motivadores de la migración a múltiples factores, pero lo que no podemos esconder es la razón principal: La pobreza, cada vez mayor en la región de Centroamérica, de la cual hay que salir; ese es el verdadero reto, al cual debe confluir cualquier aporte, sea este nacional, regional o global; de lo contrario, solo estamos embalando el problema, incluso contribuyendo a incrementarlo, dejando como siempre a los más desposeídos no solo de recursos básicos sino de información adecuada, en el olvido. Uno de los aspectos que se señalan como motivadores de la pobreza es la corrupción y es correcto, sin duda tiene una alta incidencia en el tema, sin embargo, existen mecanismos nacionales, supranacionales y hegemónicos para sancionarlos, corregirlos y minimizarlos, por lo que no se necesita tanta parafernalia para su tratamiento, se necesita ponerlos en acción sin inclinaciones ideológicas como debe aplicarse la ley, de esa manera crear un ambiente de certidumbre y confianza.
La interdependencia hoy más que nunca es una realidad y la búsqueda de soluciones a problemas comunes debe hacerse no solo de manera conjunta y comprometida, también sobre la realidad de los mismos, con enfoque imparcial; porque al hacerse de manera unilateral o por un grupo de interés deja de ser realidad y se convierte en una conveniencia de grupo, lo que termina por provocar empoderamientos innecesarios, desvío de recursos y polaridad en su distribución, que deja de nuevo a los verdaderos necesitados muy fuera de la cooperación y/o asignación, en una sociedad que ya no tiene válvulas de escape a sus frustraciones y tampoco tiene interlocutores válidos.
Cualquier esfuerzo por el desarrollo debe hacerse al margen de la polaridad en la que estamos sumidos para que no se convierta en más división, misma que no deja ver los resultados esperados, no solo por los más necesitados, sino por quienes contribuyen de manera seria a resolver los problemas; por el contrario, si seguimos canalizando los esfuerzos como se ha venido haciendo solo esperemos más de lo mismo, que es igual a más pobreza y más desesperanza que se traduce en: desplazamientos masivos de seres humanos en búsqueda de oportunidades en otras latitudes; en explosiones sociales de magnitudes desconocidas; o en el aprovechamiento del populismo con riesgo de convertirse en dictadura.