Danilo Santos
Estamos ante una larga espera hasta el 14 de enero. Día a día pasa algo y la prospección se va aclarando, aunque esto no sirva para aplacar la ansiedad social que provoca la incertidumbre del quehacer de los tomadores de decisión. Hay una aparente división en el bloque Vamos/UNE y demás aliados corruptos, el presidente Giammattei, a gritos como acostumbra, ha vociferado frente a Arévalo, Naciones Unidas y la población en general, que él entregará el poder el día estipulado; los sectores más rudos del pacto de corruptos, le espetan su traición públicamente y existen comunicaciones de carácter público donde uno de sus más íntimos aliados también le reprocha su actuar. Sin embargo, desde el Congreso de la República y el Ministerio Público, el curso de las acciones no ha cambiado.
Entonces, cuál es la realidad de la política en Guatemala y qué pasará de acá a enero del próximo año. La respuesta es que Arévalo asumirá el poder Ejecutivo el 14 de enero. El Ejército de Guatemala ha aprendido la lección y se ha mantenido al margen del actuar inconstitucional del juez Orellana, Consuelo Porras y Curruchiche. Las élites económicas ya están diciendo qué hacer y no hacer al presidente electo, y los sectores populares más fuertes han levantado la voz para exigir la salida de la Fiscal del Ministerio Público. Quienes confiaron en el plan de VAMOS para mantener el poder, han perdido la batalla, pero seguirán librando la guerra.
Lo de fondo pasa a ser cómo gobernará Arévalo los próximos cuatro años. Tendrá un Congreso reticente a los planes del Ejecutivo, una población vigilante y ávida de acciones diferenciadoras, y por supuesto, el asedio de los extremistas. Guatemala es un país con una ausencia tal de Estado, que las brechas en todos los sentidos son muy grandes, a esto hay que sumarle que los recursos asignados al Ejecutivo se consumen en su mayoría en mantenimiento de un aparato creado sobre las bases del clientelismo y la corrupción y no en la inversión pública para el progreso y el desarrollo. Todo esto hace difícil gobernar, a cualquiera, pero más a quien quiera hacerlo desde la transparencia y la honradez. Los corruptos la han tenido más fácil porque han pagado para no ser molestados. El Presidente electo debe ser muy cuidadoso de no entregar el gobierno, en los ministerios y los territorios, a los corruptos, grupos del crimen organizado, narcotraficantes y operadores de quienes le están haciendo la vida imposible a él y su partido.
Se vienen tiempos donde la forma en que vemos la corrupción, el quehacer del Estado y el gobierno, son fundamentales para ir avanzando y progresando. Transformar nuestro modelo de desarrollo, invertir en el factor humano de manera integral, aprovechar nuestros recursos de manera equilibrada y, sobre todo, que el Estado deje de estar ausente, es vital para el futuro del país. Ese es el reto de Arévalo y de la sociedad.
Habrá que estar pendientes del actuar del Congreso de la República, y no permitirle boicotear al Ejecutivo. Y por supuesto, lograr la dimisión de la Fiscal General y sus operadores en el MP. Estamos entonces ante la posibilidad que Guatemala empiece a caminar para alcanzar lo perdido en el siglo XX y XXI: los que nos han mantenido en el atraso, ya empezaron a ser derrotados.