Danilo Santos
Cuando se acercan las elecciones, aunque la mencionen en sus discursos, a los políticos se les olvida la democracia y, lo único que los espolea son los votos, no importa cuán hipócritas deben ser o la cantidad de escrúpulos que deben apartar de sus acciones. En ciernes, nuevamente cambios a la Ley Electoral y de Partidos Políticos; demostrado está, que cada intento de hacer cambios profundos, es boicoteado desde dentro, nacen muertas las propuestas que podrían mejorar la participación ciudadana en eventos electorales: hay candados que, dadas las circunstancias y las posiciones en el tablero de la política en los organismos del Estado, son posibles de abrir. Financiamiento. Democratización de los partidos. Capacidad coercitiva del Tribunal Supremo Electoral.
Parece que a la clase política le dejó de interesar si confían en ella o no, que la sociedad haya cambiado la confianza en el gobierno, sea el que sea, ministros, policías, tribunales, sistema penitenciario, ministerio público, etc., y esta sea ocupada por la entrega ciega a lo religioso, cierra un círculo perverso que beneficia precisamente a la clase política. Se ha llegado al colmo de dejar en manos de Dios lo que debería ser producto del trabajo honesto del Ejecutivo y el Legislativo, no digamos el Judicial. Y con la postura de creyentes y temerosos del altísimo, emboban al público y pueden seguir con sus fechorías al frente de la cosa pública.
Han pasado dos años del actual gobierno y los problemas del país, lejos de solucionarse, se han agravado. Sin embargo, el manejo que el gobierno y las élites hacen de la información, es brutalmente maquiavélico. En redes sociales, medios de comunicación y cualquier forma que exista para diseminar la verdad de las ideas dominantes, está ausente la crítica, el análisis real, la investigación, la separación de lo religioso y lo público, estatal. Y eso, es una acción que dificulta la democracia que tanto defienden.
Ya inició la carrera electoral para el próximo año, las candidaturas se van vislumbrando, y queda claro que la derecha compite entre sí para turnarse en el poder, tienen un único oponente, y están de acuerdo en que no deben dejarlo crecer de ninguna forma. Mientras tanto, los que abandonaron a ese oponente, lo dejaron olvidado en sus comunidades porque ya no había financiamiento, o porque ya no hacían caso… ahora piden, casi exigen, unidad. Pues ese olvidado por Tirios y Troyanos, es el único que, aunque no agrade con sus ideas y menos agrade con su cerrazón para proteger sus propuestas y estructura, será el que posiblemente dé un paso más en las próximas elecciones. Quizá no gane, pero habrá aprendido las lecciones de la elección recién pasada y ojalá tenga mejores resultados y más representantes comunitarios en el Congreso de la República. Eso sí que sería caminar hacia la democracia tal como nos la venden. Las minorías que han decidido segmentarse, también pueden dar pasos; pero hay que trabajar, organizarse, ofrecer algo, y no solo pedir ser incluida. La democracia se construye, y lleva tiempo y mucho esfuerzo. No se ordena no se impone. Un Movimiento de Liberación de los Pueblos es precisamente esa épica de la democracia que nos puede llevar a otro estadio en este país