Danilo Santos
Lo que vivimos con el Covid no lo esperábamos ni deseábamos, nadie; que lo vivamos con este Estado y este gobierno, eso, es en parte responsabilidad política colectiva. Da miedo, cuando un gritón gobierna y una banda de explotadores le dicen qué gritar. Se viene la variante Delta, y si con las variantes que ya había estábamos en crisis, lo que nos tocará vivir, especialmente a los más desfavorecidos, (que son muchos en Guatemala) será duro.
Los llamados al diálogo y el solapado apoyo al Presidente, realmente son vergonzantes. Quién puede dialogar con un energúmeno, con el que dijo que no quería ser recordado como “un hijueputa más”, y ha hecho todo para que así sea. Entró ya al pabellón de los dinosaurios por derecho propio. Con él no se puede y tampoco es viable ya, negociar.
Ese salvavidas que le tiran al gobierno de Giammattei, sugiriéndole que con la cabeza de la Fiscal se pueden dar las condiciones para que la crisis amaine, perdón, pero es una jugada ya muy vista. El CACIF está feliz de que la “reserva moral del país”, la Conferencia Episcopal, haya hecho la tarea; misma que es apoyada desde la reforma porque sirve para calmar las aguas. Pero basta, ya basta. Dejen de tenerle tanto miedo a Codeca y a que el país se transforme realmente, o a los rusos o a quien sea que no entre en su lógica de control y dominio. Guatemala merece pensarse, gobernarse, definirse, decidir sobre su presente para soñar el futuro, Guatemala, no un grupito, no una mafia.
Está claro que quienes tienen doscientos años de gobernar no pueden con el bienestar común de la población, porque no les interesa. Se tienen que ir, como clase política, y no solo algunas personas. La Conferencia Episcopal con su comunicado y al servir de portavoz de la élite empresarial, solo confirma el statu quo y su conservadurismo cuasi colonial.
El desapego de esta gente respecto a la población se deja sentir en la reacción de la Ministra de Salud a las fotos que circularon sobre la situación en el Parque de la Industria, porque ilustra claramente la obturación de los cuadros de esta clase política y su ceguera ante la realidad. No Ministra, un paciente que padece Covid no puede estar esperando turno, sentado en una silla plástica cuando ya tiene tratamiento de oxígeno y requiere encamamiento en un hospital creado específicamente para esta pandemia, para ese paciente, y que usted venga luego a decir que se acuesta porque está cansado. Sí señora, es uno de los síntomas de la enfermedad, la fatiga, no joda.
No podemos seguir con este tipo de operadores y representantes de un sistema anacrónico, excluyente y explotador, así que nada de negociación. Es otro Estado el que necesitamos. Nuestra responsabilidad política en esta época, es hacer posible una emancipación real. Indígena, campesina, mestiza, ladina. Una donde quepamos todos.