Claudia Virginia Samayoa
@tucurclaux
Ante las actuales condiciones sociales, políticas y económicas, muchos movimientos empiezan a pronunciarse en resistencia ante un sistema que viola derechos humanos utilizando la legalidad como forma. A lo largo de este año de compartir con ustedes, estimados lectores de la Tribuna, No Mostrador, creo que he dado muchas muestras de por qué necesitamos resistir. Quiero proponerles una forma sencilla de empezar a resistir a esta dictadura que vivimos.
Cambiemos nuestra forma de expresarnos ante el otro. El método de acción no violenta más sencillo de implementar es empezar a utilizar una comunicación no violenta. Esto no implica que dejemos de analizar la realidad, criticarla y señalar a las personas que con su conducta son responsables de la dictadura que vivimos. Todo lo contrario, si estamos en resistencia y tomando acciones para cambiar el sistema es necesario y vital que lo sigamos haciendo.
Tenemos que dejar de usar la palabra como ejercicio de la violencia cuando dialogamos o pretendemos comunicar. Por ejemplo, circulan muchos TikTok en el medio que explican los motivos de la resistencia estudiantil, denuncias de la corrupción de los gobernantes y denuncias de violencia policial; pero en dichos mensajes utilizan argumentos que provienen de la homofobia, la discriminación, el machismo y otras conductas que representan violencias estructurales.
¿Con qué seriedad nos pueden tomar si al criticar al Presidente nos referimos a su homosexualidad y a sus relaciones semiocultas? Usualmente, cuando utilizamos falacias ad hominem (o sea intentamos demostrar nuestro argumento apelando a la presunta mala conducta de la persona) es porque no tenemos nada que decir. Utilizar este recurso puede ganarnos más enemistades que amistades. Estarán quienes pertenecen a la comunidad LGBTIQ+ y/o quienes tienen conciencia de las violencias de género que rechazarán incluso escuchar el mensaje por su agresividad; otros que lo descartarán porque llevan tanta violencia que se ahuyentarán; y otros que lo tomarán solo por el morbo homófobo y no por la necesidad de construir algo diferente.
Las falacias ad hominem son una forma de violencia que podemos sacar de nuestro lenguaje. Por ejemplo: “El Presidente de Guatemala es una persona autoritaria que ha participado de una estrategia de regresión de la institucionalidad pública en materia de derechos humanos, de ruptura de la independencia de poderes y de la instrumentalización del Ministerio Público para facilitar la venganza. Su conducta sexual, es parte de su vida privada y como ciudadanía me gustaría que él estuviera más contento con su identidad en lugar de utilizar el discurso fundamentalista provida para ocultar lo que es evidente.”
Claro me dirán que es más fácil decir: “El Presidente es el ogro que paga sus favores sexuales al principito con corrupción y poder”. [Frase sin utilizar las palabras soeces populares] Según mis amigos comunicadores esa pega más que la mía; pero en realidad seguir con esos mensajes cortos nos debilita y nos hace cómplices de un sistema de violencias.
Las mujeres hemos aprendido que una de las estrategias para romper con la violencia del patriarcado hacia nosotras es dejar de ser complaciente con el lenguaje machista y misógino. La única forma de romper con una dictadura es dejar de utilizar sus recursos de violencia en nuestro lenguaje y utilizar siempre la razón y no la falacia para argumentar.