Claudia Virginia Samayoa
Cartas de una Lechuza
@tucurclaux
¡Vivimos en un mundo sin valores! Una explicación que resuena en las bocas de personas que empezaron a formar familias a mediados del siglo pasado o en el entorno religioso para tratar de justificar porqué después de décadas de construcción de la paz y la democracia, el Estado tiene poco que mostrar como resultado.
La Conferencia Episcopal de Guatemala emitió su comunicado de prensa del 20 de julio de 2022 sobre su análisis de la realidad viendo con ojos de mucha preocupación el nulo avance en la atención de las graves problemáticas que afectan a las y los ciudadanos, particularmente los más empobrecidos. Concluyen “…que la corrupción, irresponsabilidad, intereses y miopía política de los funcionarios en todos los órganos del Estado han corrompido el sistema, han abusado de él, y creado un Estado disfuncional incapaz de cumplir con su función de crear el bien común”. (No. 4)
Sentencia lapidaria pero muy cierta. ¿Dónde podemos encontrar la esperanza? Buscarla en el nacimiento repentino de conciencia del ladrón, del vividor y del explotador es no solo ingenuo sino también inefectivo. Los obispos llaman a la recuperación de los valores orientados hacia la honradez, la justicia, la paz y el bien común por parte de todos los ciudadanos.
Los valores no los podemos entender como algo que se gana o se pierde. Los valores son lo que orienta la acción. Se elige ser mentiroso y ladrón; se elige hablar con odio y actuar con rencor; se elige robarles a los trabajadores y al fisco; se elige obviar los principios en los que nos hemos educado como cristianos.
Si nos orientamos en torno a los valores cristianos del amor, la caridad y la verdad deberíamos descubrir que el enriquecimiento personal no puede realizarse a costa del empobrecimiento de los otros y la destrucción de la naturaleza. Eso fue lo que las enseñanzas de Jesús buscaban hacer ver, esa corresponsabilidad en el cuido del hermano y la creación.
¿Cómo recuperar una acción individual y colectiva orientada por los valores? No será a través de las elecciones, ni los twitts ni las discusiones acaloradas en torno a la Lista Engel. Será a través de decisiones sociales y colectivas de ejercer “…con sentido moral y ético [las] acciones en el ámbito público”. (No. 10)
La clave para toda persona y colectivo es discernir (ver lo que está oculto) en qué consiste esa actuación moral en nuestra vida pública y privada. En esta época donde circula tanta mentira por las redes, donde la información sobre lo que verdaderamente ocurre está a la vista pero es tan horrible que espanta y donde la publicidad nos confunde se hace más importante tomar en serio nuestra obligación de discernir.
La mejor forma de discernir es hacerlo colectivamente, toca en este tiempo participar en reuniones en donde podamos leer la realidad entre todos, debatir y hacer silencios para establecer cómo recuperamos un mínimo sentido de solidaridad y respeto para cambiar de fondo este sistema que creó un Estado disfuncional y totalitario. ¿Ya empezó a hacerlo estimado Lector y Lectora?