José Luis Samayoa Balcárcel
Ingeniero Industrial, Editor, Escritor y Fotógrafo Publicitario guatemalteco. Por más de 30 años marcó tendencia en la fotografía comercial del país, logrando imágenes de alta calidad en campañas publicitarias, editoriales y gastronómicas, de varias marcas nacionales e internacionales.
Durante mis más de 30 años como fotógrafo publicitario de alimentos, me ha tocado vivir un sinfín de experiencias de todo tipo. He visto pasar cambios en el mercado, en la tecnología, en los clientes, en las empresas, con personas que entran y salen, y, sobre todo, he tenido la dicha (como diría mi madre) de conocer gente maravillosa… y también otra no tan maravillosa, como pasa en la vida y en cualquier medio. Sería imposible contar la cantidad de anécdotas que guardo, pero esta es la primera de muchas que iré compartiendo en mi blog.
Me tocó hacer producciones muy grandes y complicadas, y otras más sencillas. Algunas en las que, en una hora, ya tenía las fotos listas y el cliente se iba feliz… y otras en las que una sola imagen me llevó más de ocho horas. Recuerdo una en particular: el cliente más complicado que tuve llegó al estudio a las ocho de la mañana, y a las tres de la tarde, con la foto a medio tomar, se fue directo al aeropuerto rumbo a Honduras. Cuatro horas después, ya desde allá, seguimos la sesión por videoconferencia. A las once de la noche finalmente, aprobó la fotografía.
En resumen, he visto de todo. Pero lo que más me impresiona, incluso después de haberme retirado de este mundo publicitario y de la fotografía hace cuatro años, es el cambio que se viene, un cambio que marcará no solo a la fotografía, sino a muchos gremios en todo el mundo: la llegada y el avance de la inteligencia artificial.
Para ilustrar lo que comento, quiero compartir un ejemplo de una de las producciones fotográficas más importantes en las que trabajamos: una serie de fotografías para los empaques de Kellogg’s Komplete.
Todo comenzó con la reunión de producción, donde la agencia de publicidad me entregó, junto a mi equipo, una lista interminable de especificaciones. Eran detalles minuciosos: ángulos, brillos, colores, texturas. Nada podía fallar. Y es que no era solo una foto: era la imagen de un producto que iba a estar en millones de hogares, en distintos países de LATAM.
Esa presión se sentía en cada decisión: la luz, la composición, el fondo, la ambientación, etc. Todo debía ser perfecto.
Luego de recibir las indicaciones de la agencia, por parte de Gaby, Sergio y Robertito, salí de la oficina de Leo Burnett… y empezó el estrés. El reto: tomarle foto a un «simple» plato de cereal, con uvas a la par y de fondo una plantación de viñedos, para representar el Komplete Pasas. Fácil de decir, pero complicado de hacer. Y lo que más me subía la presión era que me lo pidieron en formato 4×5”… con eso ya te imaginás el nivel de exigencia.
Lo primero fue ir a buscar la locación perfecta (Scouting). En ese entonces, ni se me pasaba por la cabeza la idea de resolverlo en postproducción. Hoy suena sencillo: haces el plato en estudio (con sus complicaciones del Food Styling), alquilás una foto de Stock del fondo, o la haces con un dron, luego recortas y lo pegas en Photoshop. Pero hace 20 años, si uno proponía algo así, simplemente dejaba de trabajar con esa agencia. No había espacio para algo que no fuera excelencia. Y esta no era cualquier agencia: era Leo Burnett, la primera con la que trabajé y, con los años, la que más marcó mi carrera. Le guardo un cariño enorme, y todavía recuerdo con aprecio a Roberto M., Gaby O. y Sergio A., que siempre iban tras la excelencia.
Encontrar la locación no fue nada fácil. Pasamos un par de días enteros buscando y llegamos a la conclusión de que no había en Guatemala un solo lugar donde tuvieras una mesa servida a la altura justa para ver una plantación al fondo. Eso significaba armar una estructura firme, capaz de sostener tres personas, la mesa, flashes y la cámara 4×5”. Solo pensar en el traslado, el clima y la dependencia de terceros ya me hacía sudar frío.
Y pensar esto: 20 años después, la fotografía digital y Photoshop hubieran simplificado todo en minutos. Pero entonces, esa dificultad era parte de la pasión, del aprendizaje. Cada foto era una aventura con su propia historia. Por ejemplo, recuerdo ir ¡nueve veces! a Puerto Quetzal para fotografiar un crucero en 4×5”. Las primeras ocho, el clima no ayudó: siempre nublado. Y cuando al fin, en la novena, estaba perfecto… por burocracia me dejaron entrar cuatro horas tarde y el barco ya se estaba yendo. Obviamente, esa foto nunca la pagaron.
Cuando por fin aprobamos la locación en Zacapa, llegó el gran día. Salimos de madrugada de la capital con un equipo de 12 personas. Entre ellos, mi esposa María Marta, mi mejor compañera y la responsable del food styling, siempre impecable. Arrancamos ya en la finca a las 5 de la mañana, porque no nos dejaron armar nada el día anterior. La idea era usar la luz del amanecer solo para iluminar el viñedo, mientras que el set del cereal lo iluminaba con tres flashes de estudio de 1,500 watts, Profoto. Una planta eléctrica muy grande, reguladores, andamios armado para 3 metros de altura, etc. todo tenía que salir perfecto, incluso pensaba diafragmar a f/32 mínimo.
Pero, claro, algo se tenía que arruinar: la planta eléctrica no encendió. El sol ya estaba saliendo y el corazón se me quería salir. Y como pasa tantas veces en Guatemala, llamamos a nuestro «patojo chispudo» que nos resolvió: jaló un cable desde una casa vecina, unos 30 metros. Si esa casa hubiera estado más lejos, el cable no aguantaba la carga. Ese día aprendí, otra vez, que siempre hay que estar listo para improvisar.
Ya con todo el set montado perfecto, y los malabares del Food Styling, esperamos a que el sol iluminara el fondo, mientras con banderas controlábamos la luz en el set, para que no afectara el sol. (En la prepro con la agencia, hicimos el plano de disparo, ángulos, etc. con fotos de la locación real, tomadas con anterioridad en el scouting). Puse la primera placa 4×5”, medí con mi exposímetro Sekonic y disparé cuatro placas en total. Solo cuatro. Y después, a confiar en mi experiencia y a rezar. El calor de Zacapa era insoportable, por lo que hasta llevábamos las placas en hielera para que no se dañaran. Eran otros tiempos: un mínimo error de luz, y no lo sabías hasta días después en el revelado. Y si salían mal, no solo perdías dinero: podías perder al cliente y hasta tu reputación. (Nunca usé la famosa Polaroid para comprobar la luz, esa técnica confundía más).
Mandé a revelar y respiré aliviado…gracias a Dios, todo salió bien. Hoy pienso en eso y sonrío: ahora con una cámara digital y un poco de Photoshop, todo se simplifica. Hasta con un dron se toma el paisaje y luego lo montas con el cereal en estudio.
Y para que veas lo que han cambiado los tiempos, hace poco probé la IA de Google que genera fotos. Le pedí una toma de fresas con crema, con una sola luz lateral a 5,600K, simulando ventana… y en menos de un minuto me dio una imagen perfecta, lista para un empaque. Mejor que muchas que hoy veo en vallas y mupis. De igual manera para seguir probando, le pedí que me hiciera una foto de dos personas comiendo en la calle, con un fondo de carros pasando, y realmente aunque se mira un poco que es IA, la foto podría funcionar muy bien.
Hablando de la IA, casualmente, terminé de leer el libro Nexus (Best Seller) de Yuval Noah Harari, donde habla de cómo la información ha sido parte del engranaje de la sociedad, y ahora con la IA entramos a un terreno donde todo puede cambiar. No exagero cuando digo que ese libro es obligatorio… es muy interesante de principio a fin, se los recomiendo, y la verdad no deja de asustar.
Para dimensionar la diferencia de costos entre épocas, les dejo los costos aproximados de la producción anterior:
- A) Fotografía análoga (4×5”) – año 2000 aprox.
- Scouting y producción: Q8,000
- 4 placas 4×5” y revelado: Q300
- Props: Q3,000
- Viaje para 12 personas: Q8,000
- Alquiler de andamio y armado: Q10,000
- Alimentación 12 personas: Q2,000
- Alquiler de la finca: Q5,000
- Fotógrafo, asistente y food styling: Q16,000
- Viáticos, transporte e imprevistos: Q3,000
- Total: Q55,300
- B) Fotografía digital (aprox. 2010-2024):Q10,000
- C) Fotografía con AI (2025):Q200 al mes aprox. (suscripción de la herramienta).
Con todo esto, uno no puede evitar preguntarse: ¿qué pasará en los próximos años? ¿Se perderá la calidad y la pasión que había antes, o encontraremos la manera de combinar la tecnología con ese espíritu artesanal que tanto marcó una época de pasión, excelencia y calidad?