Carlos Rolando Yax Medrano
En el informe “El financiamiento de la política en Guatemala” se mostró que los partidos no son los únicos actores dentro del sistema político: los grupos de poder económico, las organizaciones sociales, las iglesias y las propias entidades del Estado participan en la disputa y el ejercicio del poder. Estas entidades influyen en los procesos electorales y los partidos a través de distintos mecanismos. Uno de los mecanismos más importantes es el financiamiento.
“El financiamiento privado ha sido la piedra angular sobre la cual descansa el sistema político guatemalteco, lo que reduce el derecho “a ser electo” a una reducida “élite” que puede financiar su propia campaña o conseguir un buen “financista”. De este modo el sistema que se ha caracterizado por ser excluyente y elitista se reproduce a sí mismo” -Paola Ortiz Loaiza
El reglamento de la Ley Electoral y de Partidos Políticos define el financiamiento privado como aportaciones y recaudaciones dinerarias, así como aquellas aportaciones no dinerarias provenientes de personas individuales o jurídicas que reciban las organizaciones políticas, candidatos o personas con interés de postularse para un cargo de elección popular.
También define a un financista político como toda persona individual o jurídica nacional que realice una contribución en dinero, especie o por medio de cualquier contratación que no se realice en condiciones de mercado (como las donaciones individuales y de grupos de interés) a cualquier organización política, asociación con fines políticos o entidad de cualquier tipo, nacional o extranjera, que realice actividades que beneficien a un partido político, candidato o persona con interés en postularse para un cargo de elección popular.
Las donaciones individuales y de grupos de interés constituyen parte del núcleo del problema del financiamiento privado. Como donantes, los empresarios pueden aproximarse e influir en la política directamente o a través de intermediarios con las cámaras empresariales, consultores políticos, lobistas, entre otros, y sus contribuciones pueden ser en efectivo o especie. Las élites no han tenido necesidad ni interés de crear un partido político propio, sino que han tendido a utilizar e instrumentalizar a partidos temporales para impulsar sus intereses. Esto se ha llevado a cabo principalmente a través del financiamiento de campañas electorales, lo que permite que el apoyo pueda cambiar de un partido a otro y que los líderes políticos busquen acuerdos con los financistas antes que crear partidos sólidos y arraigados en la población.
La CICIG logró identificar tres formas en que las élites empresariales financian a los partidos: 1. Los empresarios o grupos empresariales aportan a partidos o candidatos específicos por intereses, afinidad ideológica o para tener seguridad ante posibles momentos de incertidumbre; 2. Las empresas nacionales o transnacionales “invierten” en candidatos a cambio de negocios, adjudicación de obras u otros compromisos y el dinero de los sobornos es utilizado para campañas o enriquecimiento personal del candidato; 3. Recaudadores/empresarios reciben aportes para campañas sin reportarlos al TSE o a la contabilidad de los partidos y una vez en el gobierno, benefician a los financistas.
Las elecciones están a la vuelta y el legado de la CICIG debe permanecer más vivo que nunca. Guatemala está a un paso de perderse completamente y la última oportunidad para recuperarla serán las elecciones de 2023. El voto será el instrumento más importante para defender la democracia y se deberá tener sumo cuidado con los partidos políticos de siempre que harán campaña con el financiamiento de los mismos de siempre.