Carlos Rolando Yax Medrano
Como un alumno consciente de su propia ignorancia y de la sabiduría que encontrará en su maestro, en una ocasión acudí al Doctor Jorge Mario García Laguardia para conversar acerca de lo que urge cambiar en Guatemala. He guardado profunda admiración a su labor académica y profesional desde la primera vez que leí “La defensa de la Constitución” en 2018, libro publicado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM poco antes de nuestra más reciente Asamblea Constituyente. Avanzada la conversación le pregunté cómo debíamos hacer esos cambios, a lo que respondió “eso no debería decírselo yo a usted, eso debería decírmelo usted a mí”.
Jorge Mario García Laguardia inició en la Asociación de Estudiantes Universitarios con el grupo de estudiantes que, decididos en defender la democracia, fueron parte de la Revolución de 1944 y derrocaron, sin hacer uso de las armas, a un dictador. Por su rol en la vida estudiantil y política se vio en la necesidad de irse al exilio. Durante los siguientes años se dedicó a estudiar e investigar. Más adelante fue Director de la Escuela de Ciencia Política de la Universidad de San Carlos de Guatemala, fue un pensador importante en nuestro último proceso de ingeniería constitucional, fue Magistrado y Presidente de la Corte de Constitucionalidad y, finalmente, fue Procurador de los Derechos Humanos, figura que gracias a él se implementó en el resto de América Latina.
¿Cómo podría yo decirle a él cómo hacer los cambios que urgen en Guatemala? En ese momento quedé atónito. No supe qué decir o, siquiera, qué pensar frente a su respuesta. Continuamos la conversación, aunque con otros temas, porque realmente no había terminado de entender. Finalizamos la reunión y me tomó bastante tiempo poder hacerlo. Después entendí que, precisamente por todo lo que ya había hecho, esa había sido su respuesta. El aportó todo lo que pudo a Guatemala, ahora es momento de que alguien más piense, diga lo que piensa, haga lo que dice y viva lo que haga.
Si no nos ocupamos en cambiar el mundo, es el mundo el que nos cambia a nosotros. Para hacerlo hay que convertir la queja en acción. Y convertir la queja en acción es la capacidad de sacar lo mejor de sí y aplicarlo en una actividad. El cambio ocurre cuando varias personas convierten sus quejas en acciones, cuando varias personas sacan lo mejor de sí y lo aplican en una misma actividad. Un líder es quien, queriéndolo o sin querer, pone en acción a otros. Nada tiene que ver con supremacía ni creerse más que los demás. Es que hay personas con quienes da gusto estar. Hay personas que sacan lo mejor de uno mismo. Hay personas que cuando se está con ellas, se es mejor.
Y así fue Jorge Mario García Laguardia. Aunque por las circunstancias no pude establecer con él una relación de amistad, sí nos deja a mí, y a todos, un riquísimo legado intelectual. Durante muchos años se dedicó a pensar. Luego, a través de sus publicaciones, nos dijo lo que pensaba. Por último, convirtió sus quejas en acciones e hizo lo que decía. Unió sus acciones con las de otras personas, las enfocó en una misma actividad y trabajó para lograr el cambio. Cambiar la Constitución, cambiar Guatemala, cambiar América Latina, cambiar el mundo. En fin, el cambio.
Jorge Mario García Laguardia marcó mi vida. Le recordaré siempre con mucho respeto, admiración y afecto. Estas palabras son para él y su familia.