Carlos Rolando Yax Medrano
“Los hombres pasan, pero las instituciones quedan; nada es posible sin las personas, pero nada subsiste sin las instituciones”. La idea de Jean Monnet propone una relación simbiótica para la existencia de la causa superior: la vida en común. Simbiosis es la asociación íntima de organismos de especies diferentes para beneficiarse mutuamente en su desarrollo vital. El desarrollo de la vida en común fue la que dio origen al Estado como forma de organización política, la asociación entre personas e instituciones fue la que mantuvo su existencia.
Guate va de “mala a peor” porque el desarrollo del Estado se ha centrado en la construcción de las instituciones. La República y los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, los órganos de control jurídico administrativo y los órganos de control político. Si hacer eso hubiese sido suficiente, Guate ya sería “buena”. Todo el tiempo, sin embargo, hay problemas con Presidentes, Ministros, Diputados, Magistrados y Jueces. Las instituciones por sí mismas no tienen vida. Son las personas quienes hacen funcionar las instituciones.
El buen funcionamiento de toda organización, especialmente la del Estado como forma de organización que hace posible la vida en común, depende, no solo de las normas que la rigen y que hacen posible la consecución de sus fines, sino especialmente de la preparación y el compromiso de las personas vinculadas a ella. Es, entonces, una paradoja pensar que las instituciones pueden funcionar si las personas que lo hacen posible no tienen la preparación requerida ni el compromiso necesario para que así sea. No puede haber buenas instituciones si no son dirigidas por buenas personas.
La Fiscalía Especial Contra la Impunidad -FECI- del Ministerio Público y el Fiscal Juan Francisco Sandoval son elementos fundamentales para el combate a la corrupción en Guatemala. Si incluso en Estados Unidos lo tienen claro ¿por qué es tan difícil de comprender acá? La causa común, la lucha contra la corrupción, llegará al fin de su existencia porque ya no hay una relación simbiótica que la mantenga con vida. Aunque la institución, la Fiscalía Especial Contra la Impunidad, continúa intentando cumplir con su labor, a la persona que la hacía funcionar le impidieron continuar cumpliendo con la suya. En lugar de Juan Francisco Sandoval, el campeón anticorrupción, ahora se tiene a Rafael Curruchiche, un ignorante que ni siquiera sabe qué es el pacto de corruptos.
Lo mismo ocurre con el Presidente de la República y la Fiscal General de la República. Ambas instituciones están ahí, existiendo, con todo el marco legal que les asigna funciones que esperan por ser cumplidas. Sin embargo, las personas a cargo de dirigir ambas instituciones están ahí, sin la preparación y sin el compromiso necesarios para cumplir con las funciones que les han sido asignadas. Alejandro Giammattei, un médico que ni siquiera puede velar por la salud de las guatemaltecas y los guatemaltecos, un médico que en lugar de salvar vidas ha sido la causa de miles de muertes. Consuelo Porras, una Doctora en Derecho que para graduarse plagió el trabajo de otro abogado, una Doctora en Derecho que no cumple las normas, pero que quiere perseguir a quienes no las cumplen.
Las instituciones por sí mismas no tienen vida. Son las personas quienes hacen funcionar las instituciones. En tanto se siga con la paradoja de apoyar a las instituciones, pero no a las personas, Guate seguirá yendo de “mala a peor”.