Carlos Rolando Yax Medrano
El sábado 10 de julio de 2021, ciudadanas y ciudadanos asistieron a una manifestación pacífica que tuvo lugar en la Plaza de las Niñas. Permanecieron durante varias horas en el lugar, con mascarilla y respetando el distanciamiento social, para exigir la vacunación contra el Covid-19. A pesar de que el Gobierno de Guatemala ya pagó 8 millones de vacunas completas a Rusia, el proceso ha funcionado con base en donaciones. Nadie sabe, ni la población ni el gobierno, dónde están las vacunas ni el dinero. La respuesta puede ser una de dos: incapacidad de gobierno o corrupción.
El lunes 12 de julio de 2021, Alejandro Giammattei declaró en una entrevista que tuvo lugar en Petén, que “esa gente está promoviendo que el virus se alborote más, que es lo que ellos quieren, y lo están promoviendo a través de una serie de manifestaciones ilegales. Por eso mañana vamos a emitir un Estado de Prevención a todo el país donde vamos a limitar ese tipo de cosas porque yo creo que ya basta, ya fue suficiente”. Las manifestaciones pacíficas lo incomodan, porque hacen visible el problema. Ahora todos lo saben y todos hablan de él. Y, puesto que no hay demostraciones de violencia, no puede responder de la única manera que lo sabe hacer: batonazos, gases lacrimógenos y uso excesivo de la fuerza.
Hoy, miércoles 14 de julio de 2021, efectivamente fue publicado el Decreto Gubernativo Número 5-2021 por medio del cual se declara el Estado de Prevención en todo el territorio de la República de Guatemala. Aunque limitar la reunión, grupo o manifestación pública es una acción poco inteligente, porque es una acción que sigue a una declaración autoritaria de rechazo a uno de los derechos fundamentales garantizados por la Constitución Política de la República, es una muestra irrebatible de la incapacidad de gobierno. Lo dijo y lo cumplió. Es una persona que habla mucho y hace poco, pero tampoco piensa antes de hacer lo poco que hace.
Sin embargo, además del autoritarismo demostrado, la estulticia de Alejandro Giammattei tampoco tiene límites. En la misma entrevista declaró que “según los estudios que han hecho, hay como un 30% o 40% de gente que no se quiere vacunar porque en algunas comunidades dicen que les están metiendo un chip y que con eso los van a tener controlados”. Culpar a la población por no haberse vacunado, es como culparla por morirse de hambre. En Guatemala no hay vacunas. Por la culpa, por la culpa, por la gran culpa del Doctor, más de 9 mil personas han muerto y no ha sido del miedo a un chip.
Finalmente, el fracasado intento de Jefe de Estado declaró que “no creo que el desestabilizado sea el país, yo creo que las desestabilizadas son sus cabezas”. En este punto es comprensible que las guatemaltecas y los guatemaltecos estén fuera de quicio, ante un hombre que no muestra indicios de tener algo en su cabeza. Ni un solo pensamiento, ni una sola palabra, ni una sola acción que de respuesta a un problema que en países más pequeños, con menos dinero y macroeconomías menos estables, ya le están dando solución. Si es por corrupción, la única exigencia lógica es la renuncia del gobernante. Si es por incapacidad de gobierno, la única exigencia lógica sigue siendo la renuncia del gobernante. Guatemala está harta de estar harta.