Carlos Figueroa

carlosfigueroaibarra@gmail.com

Doctor en Sociología. Investigador Nacional Nivel II del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México. Profesor Investigador de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Profesor Emérito de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales sede Guatemala. Doctor Honoris Causa por la Universidad de San Carlos. Autor de varios libros y artículos especializados en materia de sociología política, sociología de la violencia y procesos políticos latinoamericanos.

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Estamos a poco más de dos semanas de las elecciones presidenciales en México. Todo apunta a que la candidata presidencial de Sigamos haciendo Historia (Morena-PT-PVEM) Claudia Sheinbaum obtendrá un holgado triunfo sobre sus oponentes Xóchitl Gálvez de la alianza derechista Fuerza y Corazón por México (PRI-PAN-PRD) y Jorge Álvarez Maynez de Movimiento Ciudadano. Un promedio de diversas encuestas le otorga a Sheinbaun una intención de voto de 57%, a Gálvez un 32% y a Maynez un 7%. Es casi una verdad de perogrullo decir que Morena y sus aliados triunfarán el próximo 2 de junio. Lo único que queda por verse es cuan holgada será la diferencia de votos con los que ganará la coalición oficialista y si esa holgura le alcanzará para obtener la mayoría calificada. Un escenario probable es que no se logrará dicha mayoría calificada, pero que la coalición recuperará el terreno perdido en las elecciones intermedias de 2021.

Dos razones son fundamentales en este triunfo que se avizora. La primera es que Andrés llega al final de su mandato con una enorme popularidad (entre el 60-70 y aun el 80% según diversas estimaciones). Los casi seis años de gobierno no han desgastado sustancialmente al liderazgo carismático de López Obrador. El 1 de octubre de 2024 desaparecerá definitivamente del escenario político (de acuerdo con lo que ha dicho) en medio de un enorme reconocimiento. Con su desaparición política desaparecerá un tipo de liderazgo que muy rara vez ocurre en la política. En México lo más cercano a Andrés Manuel es el presidente Lázaro Cárdenas (1934-1970). No habrá otro López Obrador en mucho tiempo. La triunfante Claudia Sheinbaum y el gobierno que encabezará, Morena como partido, tendrán que hacer frente a tremenda orfandad.

La segunda razón que explica las perspectivas del triunfo holgado para Morena y sus aliados, tienen que ver con los éxitos logrados por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. De manera resumida puede decirse que el gobierno de López Obrador fue exitoso en términos macroeconómicos: el peso mexicano fue revaluado; la inversión extranjera ha aumentado en un 30%; la tasa de crecimiento del PIB está en 3.5%; la recaudación fiscal es un dato creciente; la inflación ha sido controlada. Las reservas monetarias aumentaron en el último año 13,688 millones de dólares.

En el marco de las políticas sociales, la pensión universal para adultos mayores alcanza 11.5 millones de personas; las becas estudiantiles desde la educación preescolar a la secundaria beneficia a 22 millones de niños y adolescentes; las becas para discapacitados favorece a 1.3 millones; aproximadamente 50,000 escuelas se han beneficiado  para su mantenimiento con la entrega directa de fondos a las juntas de padres de familia; el salario mínimo aumentó en un 113%; la desigualdad bajó de 36 a 1, a 16 a 1; 5 millones de mexicano/as fueron sacados de la pobreza extrema después de la pandemia. En lo que se refiere a la violencia delincuencial, la mayor parte de los delitos se han reducido empezando porque desde el inicio del sexenio la cifra de homicidios bajó un 20%.

El asedio de la derecha es incesante. Las redes sociales y medios de comunicación son usadas para una constante campaña de linchamiento con campañas como las de asociar a López Obrador y a Sheinbaum con el narcotráfico (“#narcopresidente”, “#narcocandidata”), magnificar la violencia delincuencial, propagación de mentiras flagrantes, exageración de omisiones o errores en la conducción estatal. Pese a la poderosa y multimillonaria campaña, Morena y sus aliados triunfarán este 2 de junio.

Entonces vendrá un nuevo ciclo. Una Cuarta Transformación que ya no tendrá a Andrés Manuel López Obrador. Un partido Morena que tendrá que evaluar los daños a su identidad que le ha ocasionado una excesivamente pragmática política de alianzas que ha llenado al partido de personajes impresentables, un abandono paulatino de la construcción de un partido-movimiento por un partido de estado y una creciente importancia en la militancia de los incentivos individuales sobre los colectivos. Remoto es el tiempo en el que se pregonaba que en Morena se actuaba no por puestos o candidaturas sino por “un cambio de régimen”. He aquí lo que se nos vendrá encima a partir del 1 de octubre de 2024.

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