Carlos Figueroa

carlosfigueroaibarra@gmail.com

Doctor en Sociología. Investigador Nacional Nivel II del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México. Profesor Investigador de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Profesor Emérito de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales sede Guatemala. Doctor Honoris Causa por la Universidad de San Carlos. Autor de varios libros y artículos especializados en materia de sociología política, sociología de la violencia y procesos políticos latinoamericanos.

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El día 23 de enero del presente año tuve la oportunidad de visitar en la cárcel ubicada en el Cuartel Mariscal Zavala, al periodista José Rubén Zamora. Fui acompañado por el artífice de esa visita, el revolucionario de siempre Mario René Chávez. Fue una experiencia estremecedora y memorable. José Rubén, Chepe para sus amigos, se encuentra en un espacio contiguo a la entrada principal del penal. Es una suerte de rectángulo amurallado en cuyo interior se encuentras dos bartolinas cercadas a su vez desde arriba hacia abajo por una estructura hecha de tubería y malla ciclón. A un lado de esa estructura se encuentra un pequeño puesto techado custodiado por soldados además de los guardias que abren y cierran las puertas del recinto. José Rubén ha pasado su reclusión desde julio de 2022 aislado completamente de los demás internos de la cárcel.

He visitado al periodista Zamora apenas nueve días después de que ha asumido la presidencia Bernardo Arévalo. Apenas nueve días después de que sus oprobiosas condiciones de cautiverio cambiaron por disposición del nuevo gobierno. Hasta antes de eso, José Rubén pasaba 23 de las 24 horas del día encerrado en la bartolina cuya puerta de hierro tiene una ventanilla aislada del interior por una rejilla. Durante un tiempo esa ventanilla era abierta cada dos horas por los custodios para preguntarle “si se encontraba bien”: era una manera de torturarlo pues las continuas revisiones no le permitían dormir.

El gobierno de Alejandro Giammattei (2020-2024) se ensañó contra Zamora. Había además de las denuncias de corrupción que continuamente hacía el periodista en su columna “El peladero”, un encono personal por un artículo escrito como fábula por el propio Zamora. En esa publicación llamada “El ogro y el principito azul”, Zamora develaba el favoritismo del presidente guatemalteco por su pareja sentimental, un joven de nombre Miguel Martínez que llegó a acumular un poder inusitado durante los nefastos años de su gobierno. Una historia de debilidad provocada por el enamoramiento, corrupción, abusos de poder era denunciada como un cuento para infantes. 

La fábula fue la gota que rebalsó el vaso.  Unos días después José Rubén fue capturado y permanece en reclusión hasta el día de hoy. Las condiciones de su cautiverio han sido extremadamente difíciles. En algún momento las autoridades encargadas del penal permitieron que abrieran las puertas de su bartolina y le esparcieran en su interior decenas de insectos cuidadosamente seleccionados para hacerle daño. Algunos de ellos le picaron los antebrazos y larvas empezaron a trepanarle los músculos del mismo. Por alguna razón los codos se le descolgaron como efecto de las ponzoñas con que envenenaron su cuerpo. Su rostro se convirtió en una suerte de alfiletero. El insecticida que se usó para eliminar los insectos, José Rubén lo uso también como repelente causándole un envenenamiento adicional. Hoy el periodista ha perdido la mielina en sus extremidades inferiores y sufre de constantes dolores.

José Rubén Zamora dista de ser un revolucionario radical. Más bien en mi perspectiva lo ubicaría como un hombre de centro derecha y muy cercano a los demócratas estadounidenses. Puede agregarse que es posible barruntar en él conexiones con una parte importante del establishment de Estados Unidos. Pero acontece que es un hombre decente y valiente, condiciones que se volvieron subversivas para el tinglado de intereses que ha sido llamado Pacto de Corruptos. El odio que ese bloque en el poder le tiene viene de varios lustros atrás. Comenzó cuando su periódico llamado posteriormente elPeriódico, empezó a publicar noticias que eran secretos para empresarios venales, funcionarios corruptos y narcotraficantes además de ultraderechistas. 

Al asumir la presidencia Otto Pérez Molina (2012-2015), en una comida realizada en la residencia del periodista, el flamante presidente le ofreció aumentar sustancialmente los contratos de publicidad gubernamental a cambio de que no atacara a su gabinete, a la vicepresidencia y a la presidencia. Tres veces se negó Zamora a esos requerimientos, el último de los cuales fue que Pérez Molina se conformaba con que no atacara a la vicepresidenta Roxana Baldetti. Las negativas le costaron caro a elPeriódico, perdió no solamente la publicidad gubernamental sino también otras publicidades de empresas privadas. La nómina del periódico bajó de 500 a 190 trabajadores, los archivos del medio sufrieron hackeo y la ruina económica del rotativo se hizo irreversible.

Miro el pequeño recinto en el que José Rubén ha pasado los últimos 18-19 meses. Una litera, una mesita de plástico, dos cajas de madera para verduras encima de las cuales tiene aperados libros, encima de la litera superior observo apiladas sus pertenencias, una hielera le sirve para conservar los alimentos que consume, un baño con regadera a la cual después del 14 de enero se le puso un calentador. Su habitante luce extrema delgadez pues perdió 37 libras en las primeras semanas de su reclusión. Por fortuna sus condiciones de reclusión han mejorado desde la llegada de Bernardo Arévalo a la Presidencia de la República. Pero al igual que los demás preso/as político/as de la dictadura delincuencial del Pacto de Corruptos, su reclusión es una infamia jurídica y moral.

Conversar con José Rubén Zamora ha sido estimulante. Poseedor por su profesión, de incontables secretos del poder corrupto todavía enquistado en el Estado guatemalteco (que no esencialmente en el gobierno), José Rubén conserva entereza y ánimo, serenidad en la voz mientras cuenta su historia. Advierto su cabello encanecido, su rostro enjuto y la extrema delgadez de su cuerpo.  Alejado de sus familiares, las vejaciones que sufre se unen a otras más que sufrieron él y su familia. En 2003 su casa fue allanada violentamente, mantuvieron retenida a su familia y simularon la ejecución del periodista. En 2008 fue secuestrado, drogado y tirado en algún lugar alejado de la ciudad. En 2013 sufrió una golpiza de la que por fortuna salió vivo. La cárcel que sufre hoy es la continuidad del costo que ha tenido que pagar por su conducta indoblegable.

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