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El pasado viernes la Ministra de Cultura y Deportes condecoró con la Medalla Popol Wuj a Brenda Lemus. El premio fue otorgado por ser Directora de la biblioteca “Bernardo Lemus” en Purulha, cargo que desempeña ad honorem, así como por el impacto que ha tenido dicha biblioteca en la comunidad.

Brenda es hija del mártir revolucionario Bernardo Lemus, destacado intelectual guatemalteco, quien ocupó cargos de primer nivel en la Usac y, en términos políticos, fue un hombre comprometido con la lucha revolucionaria en nuestro país, como militante comunista. “Nayo Lemus”, como lo conocíamos, fue vilmente asesinado durante el conflicto armado.

La creación de esa biblioteca con el nombre de este mártir de la revolución fue producto del reconocimiento que hizo el Estado de su responsabilidad institucional en su asesinato y del resarcimiento correspondiente a esta criminal acción.

En su discurso, la homenajeada dijo, refiriéndose a su padre, que él “… defendió la justicia social aun a costa de su propia vida, en el marco de una honrosa militancia subversiva, nacida del pensamiento crítico y del amor profundo hacia el pueblo”.

Agradeciendo el premio recibido Brenda expresó: “Irene Vallejo —en su Manifiesto por la Lectura— recuerda el discurso de García Lorca en 1931, cuando inauguró la biblioteca de Fuente Vaqueros. Lorca dijo que abrir una biblioteca es como lanzar una piedra al estanque: el agua se ondula, los peces se agitan, la rana salta, los pájaros levantan vuelo… hasta que toda la vida alrededor cambia”. Luego, Brenda agregó: “Yo vengo a dar testimonio de que eso es verdad. Los libros de este resarcimiento fueron la piedra que cayó en nuestro estanque. Y sus ondas siguen moviendo la vida de niños, jóvenes y adultos en Purulhá. Esa biblioteca es, hoy, otra forma de revolución: no una que se haga con armas, sino empuñando libro”.

He decidido escribir esta columna, no sólo para felicitar a Brenda por tan merecido premio. Pretendo traer al presente el triste recuerdo de ese Estado criminal contrainsurgente, así como de la lucha de quienes decidieron enfrentarlo con la consigna de vencer o morir. Y, lo que es más importante, resaltar la continuidad de la lucha revolucionaria “empuñando un libro”, tal como la homenajeada lo dijo en la última oración de la cita contenida en el párrafo anterior.

El pasado doloroso que nos recuerda el discurso de Brenda como el antecedente que anima la continuidad de la lucha con diferentes formas a las prevalecientes durante el conflicto armado, debe fortalecer la voluntad individual y colectiva de mantener los ideales que inspiraron la vida de Bernardo Lemus. La experiencia que ha tenido Brenda al frente de esta biblioteca, por la cual ahora la han justamente premiado, nos indica que ese horizonte ideológico es posible mantenerlo y avanzar en tal dirección si, y solo sí, no se pierde la conexión con la gente, con sus necesidades, con sus aspiraciones.

Por eso, Brenda afirma que a la biblioteca Bernardo Lemus “la sostienen los pequeños: niños y niñas que dejan el azadón o sus canastitas con cosas para vender, en la puerta de la biblioteca e ingresan para tomar un cuento entre sus manos”.

“Nayo Lemus”, el militante comunista del siglo pasado estará, desde alguna dimensión del Universo, viendo a Brenda, su hija, y a la experiencia que se está produciendo con la biblioteca que lleva su nombre, como una de las maneras de mantener vigente la utopía por la cual ofrendó su vida.

Adrian Zapata

zapata.guatemala@gmail.com

Profesor Titular de la USAC, retirado, Abogado y Notario, Maestro en Polìticas Pùblicas y Doctor en Ciencias Sociales. Consultor internacional en temas de tierras y desarrollo rural. Ha publicado libros y artículos relacionados con el desarrollo rural y con el proceso de paz. Fue militante revolucionario y miembro de organizaciones de sociedad civil que promueven la concertación nacional. Es actualmente columnista de el diario La Hora.

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