El Presidente Arévalo ha iniciado un proceso de instalación de gobiernos departamentales. La iniciativa lleva el inspirador nombre de “A tu tierra”.
El propósito es DESCONCENTRAR el Gobierno. Para ello se están creando Gabinetes Departamentales, presididos por los Gobernadores, en su calidad de Representantes del Presidente, y conformados por los delegados departamentales de los ministerios y secretarías. Esta institucionalidad será la responsable de impulsar el desarrollo de sus departamentos. El éxito de esta iniciativa presidencial va a depender, principalmente, del apoyo popular que logre conseguir y, al interior de su gobierno, del alineamiento de sus ministros y secretarios con esta decisión presidencial. Ahora bien, la estrategia para lograr lo anterior es el enfoque territorial de las políticas públicas relacionadas con el desarrollo, lo cual implica la participación activa y protagónica de los actores territoriales para que las políticas públicas sectoriales (educación, salud, protección social, infraestructura, agricultura, etc.) se concreten en programas y proyectos pertinentes a las realidades y potencialidades de los territorios. Eso permitirá que en el proceso de implementación de los mismos, así como en su permanente retroalimentación, los actores territoriales jueguen un rol protagónico, ya que son ellos quienes mejor conocen las realidades prevalecientes.
El enfoque territorial también implica que las intervenciones de política pública que realizan los Ministerios y Secretarías, en ejercicio de su rectoría, lo hagan de manera coordinada y articulada. Los delegados de éstos en los territorios deberán asumir tal desempeño.
Guatemala es un Estado unitario, no federado. Es decir, que el poder está concentrado en un único centro de autoridad nacional. Y es en este contexto que el Presidente Arévalo decide desconcentrarlo, con lo cual, sin vulnerar su calidad unitaria, se pretende romper la concentración de la autoridad en la capital de la República. Sin embargo, y esto es muy importante subrayarlo, el Estado no se fragmenta con esta decisión presidencial. Las rectorías sectoriales que corresponden a los Ministerios y Secretarías se fortalecen, porque sus intervenciones tendrán resultados más eficaces y eficientes, ya que corresponderán a las realidades y potencialidades de los territorios. La cultura burocrática prevaleciente (“cada mico en su cajón”) se rompe frente a un ejercicio de poder desconcentrado, cercano al pueblo y con su participación.
En pocas palabras, como lo dije en el título de la presente columna, el poder se traslada a los territorios.
Esta decisión del Presidente Arévalo es audaz. Después de año y medio decide abordar problemas estructurales relacionados con la desigualdad y sus efectos de pobreza y exclusión. Al hacerlo está proyectando una visión de estadista, ya que el horizonte que la inspira es de mediano y largo plazo, aunque si logra avanzar con prontitud, los efectos en las condiciones de vida de la población comenzarán a impactarse y a cambiarse.
Los gobiernos departamentales, con el liderazgo del Gobernador (a) se podrán relacionar con los alcaldes de los municipios que componen su departamento, de tal manera que se conviertan en una institucionalidad que vincule el poder nacional con los poderes locales (alcaldías). Los gobiernos departamentales y los municipales tendrán una real posibilidad de ser “socios” en beneficio principalmente de los primeros, ya que el departamento es, en la realidad concreta, sólo un nombre que expresa un ente conformado por municipios.
El Presidente Bernardo Arévalo está en un momento crucial, en términos políticos y temporales, para construir este posible legado. El involucramiento incondicional de sus ministros y secretarios es fundamental, así como la existencia de una base social que reclame su consolidación y desarrollo.